“Iglesia y neoliberalismo” es el título del libro de investigación publicado por editorial Biblos, del historiador y docente Fernando Urquiza. Para el autor, así como para muchos historiadores, la década de 1990 en Argentina es un período clave, tanto por la novedad de las reformas impulsadas, como por los resultados obtenidos. Sin embargo, más allá de las consecuencias y de los cambios introducidos en la sociedad, en el momento de su aplicación hubo muchos actores sociales que apoyaron aquellas iniciativas y muchos que las rechazaron, generándose un debate político y una fuerte competencia por el poder.
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La Iglesia Católica ha sido una institución que, desde fines del siglo XVIII, ha manifestado rechazo por el naciente liberalismo. Aunque pasó por diversas etapas desde aquellos momentos, con el paso del tiempo parece haber acercado posiciones con esta corriente de pensamiento. Es por esto que la pregunta que subyace a lo largo del texto es cómo actuó la Iglesia frente a los cambios que, originados en una ideología de matriz liberal, se llevaron a cabo a lo largo de la década de 1990 en Argentina.
Fernando Urquiza señala a InfoUniversidades que, para responder a esta pregunta, “se buscó hacer un balance de cómo y en cuáles sectores fue ejercido el poder dentro de la institución. Se analizó de qué modo se vinculan las diversas fracciones internas con el poder político laico del momento. En esto puede verse que, a comienzos de la década, la Iglesia era conducida por un sector cercano al menemismo pero, a mediados del período, pasó a ser regida por sectores más independientes”.
Los planes económicos y políticos del presidente Menem, aunque rechazados por sus orígenes ideológicos, representan oportunidades y desafíos para la Iglesia Católica. Al respecto, el autor explica que “las desregulaciones y la retirada del Estado del ámbito de la sociedad civil le permitieron a la Iglesia avanzar en el sector educativo y en la esfera de los medios de comunicación masiva; es así como la presencia eclesiástica se incrementó en la educación, a la vez que obispados y parroquias pasaban a poseer emisoras de radio o de televisión, por ejemplo”.
“Pero los diversos grupos de obispos, además, fueron variando sus estrategias y sus alianzas -continúa Urquiza- y, en este sentido, puede verse cómo se abandona una fuerte cercanía que algunos prelados tenían con el sindicalismo y comienzan a brindar su apoyo a trabajadores desocupados. Otro tanto parece suceder con el Estado, acerca del cual emerge un grupo dispuesto a prescindir de su ayuda y del compromiso político que ésta implicaba”.
Ya hacia el final de la década de 1990, con la crisis económica y social a la vista y con el convencimiento de que su origen estaba en el plan económico del gobierno, la Iglesia fue cada vez más crítica con el menemismo y el liberalismo imperantes. El autor puntualiza que “el Papa Juan Pablo II dio el marco para estas posturas a través del impulso a la Teología de la Cultura y de las encíclicas de la década, que lo muestran como un Papa que pasa de combatir al comunismo a hacer fuertes críticas al neoliberalismo”.
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En suma, a lo largo del texto puede verse cómo, a pesar de su tradición antiliberal, la Iglesia -aún con críticas a los planes del gobierno- aprovecha las oportunidades que le brinda la nueva coyuntura política y apoya los planes del gobierno de Menem. Sin embargo, este nuevo modo de acercarse a la sociedad, que le permiten las desregulaciones, lleva a que algunos obispos planteen la necesidad de abandonar la ayuda estatal y los compromisos políticos que implicaba. Al mismo tiempo, la Iglesia deshace la alianza que desde la década de 1970 alimentaba con diversos sectores sindicales. La conjugación de estos elementos habla acerca de un proceso de reelaboración de los lazos con la sociedad y el Estado de la Iglesia Católica Argentina, a fines de la década de 1990.