En pleno trabajo con el Bone Bed.
En Ischigualasto fue descubierto lo que los paleontólogos denominan Bone Bed (lecho óseo), es decir, una acumulación de fósiles, huesos pegados entre sí, en un espacio de alrededor de cuatro metros cuadrados, aunque la prospección continúa y el área con huesos parece ser mucho mayor. Y su profundidad tampoco está del todo definida, pero calculan que puede haber como mínimo un metro de restos. Es la primera vez que se logra un descubrimiento de este tipo y lo más importante es que esos fósiles proveen información referente a un periodo de casi veinte millones de años, situado entre dos etapas paleontológicas estudiadas.
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Ricardo Martínez, investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales (IMCN) de la UNSJ, dijo: “Aún no sabemos con certeza de qué animales son los huesos. Hay seis o siete dicinodontes, suponemos del género Jachaleria (reptiles del Triásico muy grandes que no tenían dientes sino picos), y dos o más carnívoros grandes de tipo dinosaurio, seguro especies desconocidas para la ciencia”.
El paleontólogo señaló la franja temporal en la que puede situarse el hallazgo en el sitio conocido como Valle de la Luna. Esos restos de animales pertenecen a un periodo ubicado entre la fauna de la formación Ischigualasto (231 millones de años), de cuya edad son los dinosaurios más antiguos, antecesores de cocodrilos y mamíferos, y la fauna de la formación de Los colorados, en el extremo oriental de Ischigualasto, donde los dinosaurios ya eran más abundantes, época de grandes saurópodos, enormes animales de cuatro patas (213 millones de años). Lo hallado está en el medio de esas dos faunas: data de unos 220 millones de años (Periodo Triásico), por lo cual tiene el valor científico de dotar de información sobre la transición de la fauna entre los periodos de Ischigualasto y de Los colorados.
Una perla
Ricardo Martínez anuncia lo valioso del hallazgo: “Nunca en Ischigualasto ni afuera de ese sitio encontramos algo así”. Y es que hallaron, todo junto en una discreta superficie, al menos siete mandíbulas de diferentes animales y un cráneo que mide unos 40 centímetros, todos restos de animales grandes, de cuatro patas. “Son huesos de herbívoros en su mayoría, que son los dicinodontes, pero también hay de un animal carnívoro”, apunta el investigador.
En realidad, es difícil saber la causa de la acumulación de huesos, pero Martínez ensayó una posible explicación al decir que tal vez se debió a una gran sequía que reunió a distintos animales alrededor de una pequeña laguna. “Esa lagunita en medio de una sequía –continuó- después debió haberse estrechado y los animales se fueron amontonando. Así tal vez llegó un momento en que empezaron a morir de sed y debilidad y quedaron allí”.
De museo
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Actualmente, los paleontólogos trabajan en la fase más detallada del rescate de los fósiles cuyo hallazgo fue en septiembre de 2018, cuando el equipo del IMCN de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales estaba de campaña en Ischigualasto. “Vi un hueso que no estaba destruido por la erosión y empecé a pincelar durante mucho tiempo. Entonces aparecieron más y le dije al resto del equipo ‘vénganse a acá´. Así fuimos dejando expuestos los huesos hasta que en un momento paramos y le hicimos una cobertura para protegerlos de las lluvias. Ahora hay que realizar un trabajo complejo, de ingeniería, para sacar el bloque completo con los fósiles”, relata Martínez. Extraerlos hueso por hueso, explica, sería muy importante para el quehacer científico, pero se perdería una pieza museística que los especialistas consideran muy valiosa. Por ello, los fósiles serán rescatados de manera urgente (por el mismo trabajo de prospección quedaron expuestos a la intemperie) con apoyo logístico del Gobierno de San Juan para que eventualmente pasen a integrar el gran Museo de Ciencias Naturales de la Provincia que se terminará de construir en poco tiempo.