El trabajo dignifica…y se resignifica. Avanzado el siglo XXI, si bien aún prevalecen los esquemas de trabajo tradicionales –sujetos a espacios, horarios y sueldos fijos–, factores tan diversos como las emergencias económicas o el auge de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs) allanaron el terreno para el surgimiento de otras dinámicas laborales.
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Este nuevo escenario trajo consigo un cambio en las motivaciones del trabajo donde, para muchos trabajadores jóvenes, la flexibilidad y la satisfacción personal priman por sobre la estabilidad y el ascenso institucional. Al menos eso refleja una investigación de la Universidad de Flores que estudia tres alternativas fruto del contexto actual: las Cooperativas de trabajo, el trabajo cuentapropista y el teletrabajo.
“Vengo interesándome por la relación del significado del trabajo desde la crisis de 2001, por comprender cómo impactaba en la subjetividad la falta de empleo en personas que tenían una familia a cargo”, explica Roxana Boso, psicóloga y directora del proyecto, quien comenzó la actual investigación poniendo el foco en las empresas recuperadas de la Ciudad de Buenos Aires. Surgidos al calor de la crisis que puso en jaque al país, el hotel Bauen y la fábrica textil Brukman fueron casos emblemáticos de emprendimientos gestionados por sus trabajadores y que perduran en la actualidad.
–¿Qué se entiende por significación del trabajo y cómo se percibe en este nuevo escenario?
–La significación se construye en un proceso dinámico y relacional, en el que intervienen no sólo las transmisiones intersubjetivas, intergeneracionales, también tienen su impronta las experiencias laborales propias y las percibidas en su entorno, así como las expectativas y proyecto de vida del trabajador. La investigación que estamos haciendo busca entender al trabajo más allá del empleo. Ahí surge el querer conocer cuáles son las significaciones de quienes trabajan en otras alternativas laborales. Lo que vemos es que a estos trabajadores los motiva mucho sentirse empoderados, “dueños” de su trabajo, un trabajo que lo sienten como propio y les gusta.
–¿Las cooperativas fueron el punto de partida para indagar en otras opciones de trabajo?
–Sí. Además de los casos conocidos, estudiamos otros como panaderías y madereras. Este tema lo investigamos en articulación con investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México a los que les interesaba el tema. Después empecé a virar a las significaciones que están teniendo los jóvenes que trabajan con una modalidad libre, ya que me interesa conocer sus significaciones (me especializo en su camino a la inserción laboral). En ese caso, me encontré con que difieren mucho según el rango de entre 18 y 24 años con el que va de los 25 hasta los 29, porque son distintas las etapas en cuanto a proyecto de vida. Cuando ya había una carga de familia, difería la significación del trabajo.Estudiamos a los trabajadores independientes y cuentapropistas, sean monotributistas o no. Y la tercera vertiente que estamos analizando en este momento es la que trabaja a distancia pero en relación de dependencia, es decir, “empleados” que, por ejemplo, trabajan uno o dos días desde la casa.
–¿Esta última alternativa se da mayormente en los jóvenes?
–En los últimos años esto es una constante que se viene acentuando cada vez más en los llamados millennians, donde quizás el poder crecer, a diferencia de antes que se todo se trataba de escalar en jerarquía, tiene que ver con desplazarse y/o interactuar con gente de otras culturas, realizar lo que les gusta y pasarla bien: expresiones de los jóvenes que hacen a la diferencia. Antes, quizás la motivación estaba en entrar en una organización y “hacer carrera”, participando de programas de jóvenes que duraban hasta cinco años. Hoy en día se redujeron en su duración, son programas mucho más cortos y eso obedece a la lógica de los jóvenes de querer resultados en el menor tiempo posible. Y las empresas se fueron acomodando a esas expectativas.Miran entonces el hacer carrera desde sí mismos: hoy están en una organización, pero si otra les conviene más, ahí se van. Hay algunas profesiones más requeridas que otras desde el mercado tradicional. Y en algunas de ellas se solicita experiencia laboral, por lo que, por ejemplo, quienes estudian carreras exactas, tratan de buscar trabajo mientras estudian porque entienden que eso les da un plus a nivel curricular. Creo que hoy hay que aprovechar que se están generando campos interdisciplinarios que pueden ser oportunidades de trabajo.
–¿Cómo está diagramado el proyecto?
–La actual investigación lleva siete meses y la estamos haciendo con trabajadores activos en estas tres alternativas de trabajo en la Ciudad. No pusimos una restricción en cuanto a edad porque varía según el sector. Por ejemplo, si se trata de trabajadores libres en general son jóvenes. En cambio, la gente de las empresas recuperadas es mayor. Estamos trabajando con 65 personas a las que estamos entrevistando, repartidas entre las tres alternativas. Hay un cuestionario sobre la actividad que están realizando, con qué modalidad, si la realizan solos o con otras personas, si tenían experiencia previa, si es acorde a su proyecto de vida, si lo sostendrían con más tiempo. Y hay una segunda parte, que es un instrumento ya aplicado en otras investigaciones sobre el significado del trabajo, donde se evalúan distintos factores como su importancia, finalidad, funciones y valores.
–Vayamos a las particularidades de cada sector. ¿Qué impresiones le dejó el análisis de las cooperativas?
–En el caso de los trabajadores de cooperativas, la mayor satisfacción viene por el lado de que son dueños del emprendimiento, pero también está acompañada de temores, algunos por venir de trabajar siempre en relación de dependencia. Al ser ellos los responsables de su propio trabajo, se encontraron con algunas particularidades como tener que aprender cosas que no sabían, realizar tareas que nunca habían hecho, o tomar decisiones que antes no les correspondían. Es una presión extra a la que no estaban acostumbrados. Tenían que fortalecerse, tomar confianza en sí mismos, tratar de no caer en la estructura jerárquica y decidir todo en asambleas.
–Hay una idea instalada de que el teletrabajo puede ser una panacea. ¿Es así?
–El trabajo a distancia tiene ventajas, pero no es para todos en todo momento. En caso de que no se tenga que cumplir un horario determinado, se necesita disciplina, automotivación y organización del tiempo.Me acuerdo del caso de una joven en cuya su empresa estaban haciendo una remodelación y durante un mes trabajó todos los días desde su casa. Su expresión era: “No veo la hora de ir a trabajar para sacarme el pijama” (risas). Se sentía aislada, no se arreglaba y notaba que cada vez interactuaba menos con sus compañeros. También hay que verlo del lado de quien lidera el equipo: ¿tiene las competencias para liderar a personas que trabajan a distancia? Si no tiene confianza en alguien que no está presente, surge una actitud controladora que puede ser perjudicial para el trabajo y el clima laboral.
–¿Qué puede decir de los trabajadores autónomos?
–Lo que más los motiva a los cuentapropistas es poder tener un ingreso a partir de aquello que les gusta. Esa satisfacción la rescatan todos, lo mismo que el hecho de ser jefes de sí mismo. También hay una parte dificultosa, que es la inestabilidad, donde hay momentos de más trabajo y otros de menos. Hay casos de jóvenes que hacen macetas o cerveza artesanal, que eran pasatiempos y fueron creciendo hasta convertirse en emprendimientos redituables. Ya no era una distracción entre amigos, sino que tenían que invertir, distribuirse los roles, profesionalizar las tareas, darle un marco legal, lo que generaba algunas dificultades, como por ejemplo el pago de impuestos que atentaba contra los ingresos.
–¿Ya hay algunas conclusiones, al menos generales?
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–El común denominador es el bienestar que le produce a los trabajadores, jóvenes y no jóvenes, el sentirse que son dueños y que tienen poder sobre su trabajo, sentirse afianzados respecto de un entorno que perciben como dificultoso para construir sus proyectos de vida. Esto atraviesa a todas las alternativas laborales. Si tomamos en cuenta los cortes de género, en el caso de las mujeres había mucho interés en los trabajos libres por la compatibilidad con la vida familiar y el deseo de tener hijos. Suelen valorar aspectos referidos a lo social y el ambiente de trabajo, así como valoran la capacitación y posibilidad de aprender, con expectativas de independencia económica. Los varones suelen utilizar un criterio de valoración más referido a lo racional y económico, priorizan la autonomía, posibilidad de resolver problemas y ser valorados por ello. En el caso de quienes trabajan a distancia, pero en relación de dependencia, que es la etapa que vamos empezar ahora, seguramente se confirme la motivación de los jóvenes por autoadministrar su tiempo, para compatibilizar el trabajo con otras actividades e intereses. Por algo las organizaciones están generando estrategias como, por ejemplo, trabajar por objetivos, cambios que requieren de una mirada sistémica, para comprender las implicancias de los mismos en los trabajadores, los equipos de trabajo y la dinámica organizacional.