Muchos argentinos migran del país en busca de mejores oportunidades. En ese proceso se cruzan con otros argentinos que tomaron la misma decisión y hoy residen en diferentes países. Especialmente a través de las redes sociales comparten las propias experiencias y sentimientos, donde se mezclan la nostalgia por los afectos y la crítica por el presente político y económico.
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“Argentinos migrantes y memoria reciente en sitios de redes sociales” es el título de la investigación de Mariana Busso, docente e investigadora de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR, del Centro de Investigación en Mediatizaciones y del Conicet.
El trabajo entiende que las migraciones también suceden en los espacios mediáticos, que estos no son sólo instrumentos que brindan información para el desplazamiento, sino soportes que permiten crear redes y vínculos transnacionales.
Para la indagación se analizaron los grupos de Facebook “Argentinos en el Mundo”, “Argentinos Residentes en el Exterior” y “Argentinos Desparramados por el Mundo”. Se trata de espacios en línea organizados en base a temáticas de interés común, en donde los migrantes no sólo comparten sus experiencias, sino que también difunden distintos rasgos y hábitos culturales que se asocian a la propia argentinidad.
Como se afirma en esa red social, los grupos son “un espacio pensado para que las personas intercambien opiniones acerca de intereses comunes”. En estos casos el interés es poner en común aquello que los hace argentinos y mostrarlo ante el mundo virtual. “Son espacios donde se construye la subjetividad migrante en esta suerte de continuo híbrido que es nuestra vida contemporánea y mediatizada entre lo on line y lo off line”, explica la especialista a Argentina Investiga.
Tal puesta en común se realiza mediante el posteo de piezas icónicas o audiovisuales relativas a tradiciones culinarias, eventos deportivos, efemérides históricas, retratos paisajísticos, aunque en muchos casos ese compartir se lleva a cabo con la publicación de relatos sobre acontecimientos vinculados a la propia vida en un nuevo país, según describe Busso. Es decir, se publican relatos de experiencias ligados a la vida íntima o privada del migrante, a fin de que sean completados, de que se anuden a ellos miradas de otros con los que se comparte ese espacio en línea.
Nostalgia culinaria
“Los relatos predominantes son acerca de la vida cotidiana, con publicaciones vinculadas a la comida, al turismo, a los lugares que se visitan y, a partir de eso, se desencadenan conversaciones que ponen en juego la propia decisión de migrar, la propia valoración de ese proceso, la propia percepción de sí mismo en un lugar nuevo que se está mostrando”, expresa la docente.
Dentro de la fotografía, distingue grandes géneros. Por un lado, las de eventos sociales que son las que generan más interacción a partir de comentarios. Hay una “presentación de sí mismo” con centralidad de lo sélfico: “yo estoy o estuve allí” e incluso “así estoy yo” con la intención de compartir lo cotidiano, el aquí y ahora. Aparecen retratos de cumpleaños, de juntadas con amigos y también ligados a la propia historia y al pasado, cuando vivían en su país.
Otras tienen que ver con lo culinario, que es algo muy recurrente. Aparentemente, tan banal como lo que se está cocinando, puesto en estos grupos tiene una resignificación. Algunos autores hablan de memoria o nostalgia culinaria, de traer al presente hábitos del pasado ligados a la comida y a sus connotaciones: la reunión familiar, compartir con amigos, etcétera.
“En su presente migratorio, rescatan los hábitos culinarios y los resignifican con otras costumbres propias del país de destino elegido, a partir de ingredientes nuevos o formas de cocinar diferentes, lo que deriva en hibridaciones”, analiza Busso y agrega: “Esas fotografías de comida también disparan muchas conversaciones e intercambios al recordar lo que se comía en el país de origen, o dónde conseguir tal ingrediente”.
También publican fotografías ligadas a los viajes. Y aquí aparece una cuestión indicial de la fotografía, de la propia ubicación espacio temporal casi instantáneamente con los otros. A esto se suman muchas imágenes vinculadas al pasado geográfico, del lugar donde se vivía, de cómo era su ciudad. Aparece este vínculo nostálgico con la propia tierra.
Pero esta mirada afectiva y de ligazón al propio país se ve teñida por disidencias políticas, que son las que generan más debates y escisiones en la dinámica de estos grupos. Por ejemplo, compartir un meme termina derivando en discusiones sobre el presente de la Argentina y las razones por las que se abandonó el país. Sin embargo, “eso no se traduce en un activismo o participación política en términos tradicionales o de voto en el exterior”, dice la investigadora.
¿Quién soy ahora?
La migración implica un reacomodamiento de las propias pertenencias. Las preguntas ¿quién soy y quién soy ahora?, se redefinen por el obligado paso de un lugar a otro. Y eso se traduce en todos estos elementos: las comidas, los viajes, las reuniones, como una forma de encontrar un lugar sólido donde poder definirse a sí mismo para mostrar también la indefinición y lo fluctuante de estas pertenencias.
A contramano de ciertas corrientes que hacen referencia a un mayor desmenuzamiento de las identidades, la investigadora observa que en estos grupos siguen operando cuestiones vinculadas a una identidad de límites amplios como la nacional, planteada como aglutinante y como lazo colectivo común que vincula a estos actores.
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La argentinidad aparece identificada con los límites del Estado Nación pero resignificado. Ciertas adscripciones locales parecieran diluirse y prima lo argentino con un grado de generalidad amplio. Asimismo, hay una especie de idealización nostálgica teñida de añoranza ligada a la Argentina pero ubicada en un pasado donde están los afectos, la familia, los vínculos sociales, etcétera. Y atravesada por una mirada mucho más pesimista y crítica en relación a la Argentina presente y futura.