La investigación, realizada por la doctora en Bioquímica y Farmacia Graciela Ponce y su equipo de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, se efectuó sobre el grupo de niños y niñas de 6 a 11 años (330 chicos) y sobre el grupo de adolescentes de 12 a 16 años (410 jóvenes) lo que dio como resultado la detección de Síndrome Metabólico en el 3 por ciento de ambos grupos. Estos son los primeros datos fehacientes sobre prevalencia del Síndrome Metabólico en la población infanto-juvenil en la ciudad de Comodoro.
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“Quedarse sólo con el 3 por ciento de los datos obtenidos parece poco, pero si consideramos que uno de los factores de riesgo del Síndrome es la obesidad y está presente en casi la mitad de nuestros chicos, no es un dato menor”, señaló a Argentina Investiga Ponce.
El Síndrome Metabólico es un conjunto de factores de riesgo que predisponen cuando se encuentran en forma conjunta en un mismo individuo a desarrollar a futuro enfermedades crónicas no transmisibles. Se incrementan las posibilidades de tener infarto, enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión, entre otras. “El factor de riesgo más prevalente del Síndrome es la obesidad
-recalcó la investigadora- y precisamente es lo que alarma, porque casi el 50 por ciento de la población infanto-juvenil estudiada presenta sobrepeso u obesidad”.
Idea original del proyecto
Esta línea de investigación se inició hace once años y su idea original era la de realizar una búsqueda de la desnutrición. “Nos encontramos con sobrepeso y obesidad, que es también otro problema de malnutrición y a partir de allí comenzamos los trabajos relacionados a las complicaciones que se generan”.
El factor de riesgo más prevalente del Síndrome es el exceso de peso, que se calcula a partir de indicadores como el índice de masa corporal o la circunferencia de cintura. La utilización de estos dos indicadores reflejó en Comodoro Rivadavia que el 38% de la población de 12 a 16 años presenta sobrepeso y obesidad, mientras que en el grupo de 6 a 11 años el porcentaje se ubicó en 35,6%. Estos datos permiten inferir que el sobrepeso y la obesidad constituyen el principal factor de riesgo entre los niños y jóvenes de esta ciudad.
Otro de los factores analizados fue la presión arterial. En algunos casos la determinación de ésta última no es considerada en las consultas pediátricas de rutina. Del estudio surge que el 12,7% de la población adolescente analizada presenta hipertensión en el momento de la toma de muestra. Existe una asociación entre obesidad e hipertensión. Este dato, que no es menor, debe seguirse en el tiempo ya que si bien puede tratarse de la llamada hipertensión de “bata blanca”, que es la suba de la presión por temor a quien la esté tomando, también es posible que nos encontremos frente a un niño o adolescente realmente hipertenso. En el grupo de los más chiquitos, el 9% presentó hipertensión.
Con respecto al Síndrome Metabólico, la prevalencia en el grupo de adolescentes fue de 2,3 %, siendo está situación similar en los más pequeños, con el 2,6%. “Parece un dato sin importancia, pero si consideramos que casi 3 de 100 jóvenes estudiados tienen estos factores de riesgo en una edad temprana, a futuro seguramente se presentarán complicaciones crónicas irreversibles”, recalcó la investigadora.
También se evaluaron los factores medioambientales, que si bien no definen al Síndrome Metabólico están íntimamente ligados a él, como son el bajo peso al nacer y el tipo de lactancia. Estos factores predisponen a desarrollar alteraciones vinculadas con el sobrepeso y la obesidad.
Cambiar el hábito de consumo
Siendo el sobrepeso y la obesidad los factores más prevalentes hallados en este estudio, la investigadora recomienda el estilo de vida saludable y hace hincapié en el desayuno. “El 17 por ciento de nuestra población infanto-juvenil no tiene el hábito del desayuno, además la comida que denominamos hoy en día ‘comida chatarra’, debe ser restringida para alimentaciones especiales como puede ser un cumpleaños pero no tiene porqué ser habitual”.
El 70 por ciento de la población estudiada consume bebidas azucaradas del tipo bebidas colas, al menos tres veces por semana con escaso consumo de frutas y verduras. “Esto tiene que ver con un estilo de vida y no con una cuestión social o económica”, aclaró.
Otra de las cuestiones evaluadas durante el estudio fue la presencia de los chicos frente a pantallas, ya sea de televisor, computadora u otras. La Sociedad Argentina de Pediatría ha realizado un consenso en donde se establece que no es recomendable para ningún niño o adolescente permanecer más de dos horas expuesto a la televisión o la computadora. “Hemos encontrado como promedio entre 5 y 6 horas diarias frente a algún tipo de pantalla”.
La importancia de estos resultados reside en que permiten hacer un diagnóstico de situación de nuestra ciudad y aportan datos globales y sobre todo regionales para actuar en consecuencia a través de la implementación de políticas sanitarias y así evitar riesgos futuros en la salud de la población infanto-juvenil.
La doctora Ponce y su equipo de investigadores trabajan desde hace once años en la temática, con proyectos que han sido desarrollados con métodos científicos y han sido evaluados estadísticamente. “En los casos que correspondía hicimos las derivaciones individuales a cada chico detectado, a su médico pediatra, a la nutricionista y demás, pero la situaciones epidemiológicas cambian cuando las medidas son generales y para esto se requiere de muchos actores que permitan tomar medidas que tienen que ver, por ejemplo, con el aumento de la actividad física en las escuelas, hacer cumplir leyes que tienen que ver con los ‘kioscos saludables’, porque a veces las leyes existen pero no se terminan de cumplir. Con esto creemos haber aportado datos reales y concretos que permitan tomar decisiones a quienes tienen que llevar adelante las políticas sanitarias llegando a toda la población de Comodoro Rivadavia y no a los casos individuales que hemos detectado durante el proyecto”.
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Asimismo invitó a profesionales de las distintas disciplinas a sumarse a su equipo de trabajo ya que pueden darnos otra visión que “ayude a mejorar lo que se está haciendo desde hace ya un tiempo”.