El control de plagas y enfermedades hortícolas que predomina en la zona se realiza en base a la utilización de productos químicos, que se aplican en forma sistemática. Los resultados son muy aleatorios debido a la resistencia adquirida por los insectos perjudiciales para los cultivos. La escasa efectividad de los plaguicidas se traduce en el aumento de dosis, que podría tener consecuencias adversas sobre la salud humana y el ambiente en general.
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Para encontrar alternativas más saludables y eficientes, los especialistas realizaron ensayos de manejo integrado de plagas con el cultivo de lechuga (Lactuca sativa L.) en la huerta de la Facultad de Agronomía y en predios de productores. Las pruebas se desarrollaron en macrotúneles y al aire libre, en tres fechas de siembra entre febrero y mayo, y agosto y noviembre. Se probaron asociaciones con plantas de otras especies, intercalándolas con los cultivos, para que sirvan de refugio de los enemigos naturales de las plagas. El estudio se diseñó en parcelas con cuatro líneas de siembra, separadas a 25 centímetros y de 2,50 metros de largo. Éstas se distribuyeron en bloques al azar con cuatro réplicas.
Plagas
Durante el desarrollo de los cultivos se tomaron muestras semanales de diez plantas por cada parcela para establecer la dinámica de población, tanto de los insectos perjudiciales como de los benéficos.
El estudio resalta que los pulgones son las plagas que más afectaron al cultivo de lechuga. Las dos variedades detectadas fueron: el pulgón verde del duraznero (Mysuz pérsica) y el pulgón negro de la lechuga (Nasonovia ribisnigri). El primero ataca a varios tipos de cultivo y, el segundo afecta sólo a la lechuga. Éste no estaba descripto para La Pampa y fue relevado en la huerta de la Facultad en 2005.
“El pulgón verde del duraznero vive en colonias y se reproduce muy rápido. En una semana puede aumentar en forma exponencial su densidad. Por lo tanto, es el más problemático”, explica a Argentina Investiga Estela Baudino, directora del proyecto. Este insecto, además, puede tener individuos alados (son los que primero llegan a la hortaliza para establecer las colonias) y producir generación de hembras sin intervención de machos por partenogénesis (forma de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas). El pulgón tiene un aparato bucal picador suctor. Clavan su estilete en la hoja y succionan la savia.
control biológico
El control biológico constituye una de las tácticas del manejo integrado de plagas. Consiste en la utilización de enemigos naturales para reducir el daño causado por los organismos Fitófagos. De esta forma, contribuyen a incrementar la producción de alimentos y a disminuir los efectos negativos de los tóxicos usados en el control químico.
En los ensayos se detectó que la vaquita de la suerte o de San Antonio (Eriopis connexa) y la vaquita convergente (Hippodamia convergens) fueron los organismos que controlaron a los pulgones. Para ayudarlos, el equipo de investigación seleccionó plantas acompañantes (que les sirvieron de refugio) como caléndula (Caléndula officinalis), ciboullete (Allium schoenoprasum L) y avena (Avena sativa L.).
Los insectos fueron recolectados en distintos estadios de su desarrollo (huevo, larva, pupa o adulto) en forma manual. Los investigadores revisaron las plantas mediante observación directa. Además, los identificaron y criaron en laboratorio para obtener los adultos que sirvieron para combatir a los individuos perjudiciales para la lechuga.
La situación hortícola en La Pampa
La Pampa tiene una demanda insatisfecha en calidad y cantidad de hortalizas. La producción local no supera el 5% del consumo provincial. Sobre 25 especies censadas, el volumen de producción es de 1.838.724 kilogramos, de los cuales más de 552.000 corresponden al cultivo de lechuga.
En este marco, la producción de cultivos de hoja crece cada año en la región dada la cercanía a los centros de consumo y a la incorporación de innovaciones tecnológicas, asociadas especialmente al proceso de producción.
En el Censo Hortícola de la campaña 2010-2011 se relevaron 41 unidades productivas y una superficie de cultivo de 40,6 hectáreas (ha). En al menos 10 ha, las hortalizas se cultivan bajo cubierta (macrotúneles, microtúneles, etc.). Este dato implica un incremento respecto del Censo 2007, en el que la producción bajo esta modalidad abarcaba 6,5 ha.
El riego utilizado a campo se realizó por surco mayoritariamente, pero también se implementó el riego por goteo y por aspersión. En invernadero, en el 95% de los casos se hizo por goteo. Debido a que en algunas zonas la calidad del agua es mala, muchos establecimientos (el 22%) utilizan la ósmosis inversa. Se trata de una tecnología que, a través de membranas, disminuye la cantidad de sales.
Otros datos del Censo revelaron que el 63% de los productores no es dueño de la tierra. Un número importante la explota por cesión, alquiler o arrendamiento. “Desde el punto de vista social, esto genera el problema de que los productores arman sus estructuras (como los macrotúneles) y, al cabo de uno o dos años de trabajo, los propietarios aumentan el costo del alquiler o les solicitan el lugar”, puntualiza Oscar Silliquini, co-director del proyecto.
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La Facultad de Agronomía realiza periódicamente jornadas donde transfieren los resultados de los ensayos a los productores hortícolas. Además, la cátedra de Horticultura está en contacto en forma continua con ellos a través de los estudiantes y docentes que concurren a los predios para intercambiar el conocimiento.