Investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora realizan estudios para comprobar cuáles son las competencias que los alumnos traen desde la escuela secundaria, cuáles se generan durante su carrera de grado y cómo mejorar el papel del docente a la hora de impartir conocimiento.
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Las competencias se definen como los recursos que los estudiantes poseen y los vuelven únicos; aquellas características que pueden ser innatas o adquiridas. Son habilidades que permiten llevar a cabo tareas u objetivos, algo que no tiene que ver obligatoriamente con el conocimiento. Ejemplo de éstas serían las capacidades de comunicarse de manera efectiva, estructurar órdenes o ser líder, entre otras. Para analizarlas se trabaja con los estudiantes de manera grupal o individual.
Estas competencias sirven para trazar diferentes ejes teóricos y prácticos que permiten la creación de nuevas estrategias pedagógicas dentro del aula. La nueva tendencia de enseñanza incluye herramientas o capacidades que son desarrolladas por los estudiantes formando pequeños grupos de trabajo. Esta manera de generar espacios de conocimiento cambia la figura del docente clásico por la del tutor especializado; lo cual implica una relación más personal e íntima entre profesor y estudiante. Una de las investigadoras a cargo del trabajo, Miriam Nicolaci, indicó a Argentina Investiga: “Existen diferentes actividades lúdicas para desarrollar o introducir nuevas habilidades actitudinales. En lugar de calificar académicamente a los estudiantes, observamos en determinados ejercicios cómo se marcan las competencias que ellos obtienen”.
Para desarrollar y gestionar esta clase de estudio cuantitativo, los investigadores usaron programas tales como el Data Warehouse y el sistema de gestión de alumnos Guaraní. El primero reúne variables que muestran estadísticamente el comportamiento y rendimiento tanto de grupos de trabajo como de los individuos e identifica cuáles son sus competencias y capacidades. Por su parte, el sistema Guaraní junta los datos de los ingresantes y de los estudiantes en general; éste permite crear una base de datos que divide a los estudiantes por edad, sexo, número de materias aprobadas, etcétera.
Durante el estudio, que se realiza desde 2005, el equipo de investigación analizó más de 5.000 casos distribuidos entre 100 materias y determinó que los estudiantes que están más cerca de recibirse, en la mayoría de casos debieron pasar varias veces por el curso de nivelación para obtener el nivel académico universitario. Además, se muestra que los alumnos pasan varias veces por el curso de nivelación para adquirir el nivel universitario porque el mercado laboral que se abre al llegar a los objetivos es amplio. Los estudiantes ven este progreso en las áreas académicas y de competencias laborales, tanto con profesores como con tutores.
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La principal conclusión marca que los estudiantes pueden entender las nuevas competencias que se enseñan gracias a los trabajos lúdicos realizados por los tutores en las aulas ya que logran adaptar estos conocimientos al campo laboral y al educativo. La investigadora y miembro del equipo Guadalupe Pascal aclara: “Es una manera de reforzar las partes de la personalidad que los recursos humanos requieren para funcionar en el campo laboral. Cuando los estudiantes ven estas capacidades en acción, notan la importancia, ya sea para conseguir un mejor trabajo o progresar en el ámbito académico”.