La hipoacusia es una reducción de la percepción auditiva. Es una problemática mundial de salud, con consecuencias personales, sociales y económicas que, estadísticamente, afectan a uno de cada mil nacidos vivos.esta puede ser hereditaria o puede ser el resultado de una enfermedad, diversos tipos de traumatismos, mala medicación o exposición a largo plazo a altos niveles de sonido. La pérdida de audición puede variar de una leve pero importante disminución de la sensibilidad auditiva a una pérdida total de la misma.
Se sabe que a los tres años de edad, etapa crítica para el desarrollo del lenguaje, un bebé sano habrá desarrollado un léxico de entre 500 y 1.000 palabras. Si la hipoacusia es detectada en los primeros 30 días de vida y se interviene antes de los seis meses -mediante un audífono o a través de un implante coclear-, a los tres años el menor tendrá entre 325 y 700 palabras. Pero si es diagnosticada recién a los dos años, contará sólo con 50 vocablos como máximo.
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Por esto, su detección en las primeras semanas de vida favorece las posibilidades para el desarrollo del lenguaje y la comunicación y, por ende, para la inserción social de quienes la padecen. En 2001, el Congreso de la Nación sancionó la Ley 25.415 que establece el derecho de todos los niños a que se estudie tempranamente su capacidad auditiva y se le brinde tratamiento en forma oportuna.
En este contexto, desde abril de 2006, el Centro Piloto de Detección de Errores Metabólicos (CEPIDEM) de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC instrumenta el “Programa de Detección Temprana de la Hipoacusia”, que contempla acciones de diagnóstico, seguimiento e intervención, y está destinado a niños de un mes de edad cuyos padres brindan su consentimiento para la realización de los exámenes.
El director del CEPIDEM y coordinador de la propuesta, José Moreno Barral, explica que la idea surgió a partir de un dato concreto: la hipoacusia es “estadísticamente más frecuente que otras enfermedades”. Y subraya que el centro que conduce es el primero del país en incluir pruebas genéticas.
Los estudios
En el Hospital Universitario de Maternidad y Neonatología de la UNC, neonatólogos y pediatras notifican a las fonoaudiólogas del Programa cada nuevo nacimiento y envían al niño para que se le practique el examen auditivo. Si descubren alguna anomalía, derivan el caso al Centro Otorrinolaringológico de Alta Tecnología (COAT) para confirmar el diagnóstico. En caso de ser ratificado, el niño es enviado al CEPIDEM para determinar si el origen de la hipoacusia se debe a factores genéticos, o no.
Luego sigue la etapa de rehabilitación o intervención, que puede requerir el uso de audífonos, o la realización de implantes cocleares.
Actualmente, el Programa se aplica a los recién nacidos en ese nosocomio y también a los bebés derivados de otros hospitales y maternidades, públicas o privadas, independientemente de que presenten o no factores de riesgo, o antecedentes familiares de sordera.
En este sentido, Carlos Curet, director médico del programa y responsable del COAT, señala que la detección temprana, cuando se realiza en el primer mes de vida, “favorece enormemente el desarrollo del lenguaje y, por ende, las posibilidades de inserción social del niño”.
Acciones conjuntas
En coordinación con el CEPIDEM, el Centro de Investigación y Transferencia en Acústica (CINTRA) de la Facultad Regional Córdoba de la UTN aborda la problemática en adolescentes de 14 y 15 años, a quienes se les efectúa un seguimiento hasta la finalización de sus estudios secundarios, a través del “Programa de Conservación y Promoción de la Audición”. En este caso, también con el consentimiento de los padres.
El equipo interdisciplinario del CINTRA es dirigido por Mario Serra y Ester Biassoni y su trabajo se focaliza en adolescentes que concurren a escuelas técnicas de la ciudad de Córdoba (al momento, Cassaffousth, Deán Funes y Comodoro Rivadavia). Se abocan a esta franja etaria debido al número significativo de jóvenes de entre 20 y 25 años que son rechazados en el ingreso laboral debido a hipoacusias inducidas por ruido.
“Se practican pruebas audiológicas y psicosociales a los alumnos, al tiempo que se analizan, desde el punto de vista acústico, los ambientes donde llevan adelante sus actividades”, explica Biassoni. Cuando se encuentra un adolescente con problema auditivo, se lo deriva al COAT para confirmar el diagnóstico y luego al CEPIDEM para establecer el origen genético o no de la hipoacusia.
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Paralelamente, los profesionales del CINTRA organizan talleres para formar adolescentes promotores de salud auditiva. Hasta el momento, la prevención entre pares ha sido la estrategia más apropiada para obtener resultados positivos.