La desinformación sobre la sexualidad en adolescentes se traduce en embarazos precoces, abusos y violencia de género entre otras cuestiones. Es por esto que en 2006 se aprobó la ley nacional 26.150 “Programa Nacional de Educación Sexual Integral”. Desde ese momento, es obligatorio que las currículas incluyan este contenido en las escuelas públicas y privadas desde el nivel inicial.
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Paula Gaitán es egresada de la Escuela de Trabajo Social y trabaja en el IPEM Nº 15 “Santiago Ayala”, del barrio San Vicente de Córdoba, para incorporar estos contenidos en la currícula y así, convertir a la entidad en una de las primeras en hacer efectiva la aplicación de la ley. “La educación sexual debe abordarse desde un punto de vista integral, es decir, teniendo en cuenta los aspectos sociales, culturales, biológicos y psicológicos. Es necesario enmarcarla en los Derechos Humanos y en un enfoque que considere la construcción social de género para entender cómo fue el devenir histórico de varones y mujeres y las violencias que generó, desnaturalizarlas y modificar la realidad construyendo relaciones equitativas de género”, dice Gaitán.
Según la investigadora, los principales obstáculos para la aplicación de la ley tienen que ver con la escasa formación en temas de sexualidad y género de los docentes de escuelas medias. Por lo tanto, la demanda de información de los adolescentes no encuentra respuestas basadas en conocimientos científicos pertinentes y actualizados, y resuelven sus inquietudes entre pares o por medios de comunicación.
Por esa razón, el trabajo en el Santiago Ayala comenzó con los profesores, para reconocer sus dificultades de formación en el tema e instalar la mirada de género, que según Gaitán, no se tiene en cuenta en las instituciones educativas, o tiene un tratamiento casi nulo en el programa escolar. “Ellos son actores claves en la transmisión de conocimientos, valores y pautas de conducta, por eso es fundamental intervenir sobre sus obstáculos subjetivos, culturales, conceptuales e institucionales, para implementar acciones de educación sexual integral”, señala. Éste es el primer paso para combatir el silenciamiento del tema en el aula, o que las respuestas sean sesgadas por prejuicios, percepciones y posicionamientos.
“Algunos profesores -comenta Gaitán- se abstienen de abordar el tema de forma explícita en las aulas, otros lo hacen con un recorte biologicista y todos, de forma conciente o no, transmiten sus prejuicios y reproducen así los modelos que perpetúan las desigualdades y violencias de género, consolidando un abordaje de tendencia moralista o biologicista de la sexualidad”.
Sexualidad, familia y escuela
La convicción, desde la dirección del establecimiento, sobre la necesidad de que los chicos reciban educación sexual fue fundamental. “Desde la dirección convocamos a los docentes a los cursos de formación, que no son obligatorios pero sí necesarios para que cuenten con los conocimientos para abordar la temática. La formación sexual es un derecho de los alumnos y un medio para el manejo de información correcta y la superación cuestiones como discriminación, violencia de género o represión sexual”, expresa la directora del Santiago Ayala, Cristina Trapote.
De los encuentros con docentes surgirá el modo en el que se implementarán los contenidos en el aula. La directora plantea que “la educación sexual debe ser una construcción de toda la comunidad educativa para que continúe más allá de las personas que lo empezamos”.
El tratamiento de este tema en el colegio implica, para la entidad escolar, actuar en un terreno que históricamente fue una “cuestión de familia”. Muchos padres no están preparados para informar a sus hijos. Tienen dificultades para hablar sobre el tema porque ellos no recibieron formación sexual en cuestiones básicas.
Y es en este sentido que la beca considera realizar al menos una actividad educativa para las familias de los alumnos, para que puedan intercambiar experiencias e inquietudes. “La Constitución Nacional dice que es un derecho de los padres elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos. Con respecto al tema de la sexualidad, nosotros asumiremos el compromiso de enseñar lo que ellos nos demanden, en función de los parámetros, principios e ideología que acordemos”, indica Trapone.
Esta experiencia piloto es una de las pocas iniciativas provinciales para incluir en sus contenidos la temática. De la beca de extensión llamada “Educación Sexual integral en la escuela pública. Propuesta de abordaje desde una perspectiva de género” participan 70 docentes, preceptores y directivos, y 370 alumnos y alumnas del IPEM Nº 15 Santiago Ayala, además de la intervención de las familias de los adolescentes.
Adolescentes y sexualidad
Según un relevamiento realizado por Gaitán, son múltiples las investigaciones realizadas en Argentina que dan cuenta de la vulnerabilidad de los adolescentes en relación al acceso a los derechos sexuales y reproductivos, más aun si pertenecen a sectores pobres.
Algunos datos de salud sexual y reproductiva en nuestro país:
-Los adolescentes no cuentan con información científica, pertinente y actualizada acerca de sus derechos sexuales y reproductivos, ni sobre propuestas de análisis y reflexión sobre las relaciones entre géneros que modifiquen las violencias, desigualdades y discriminaciones vigentes en diferentes escenarios en los que se desenvuelven.
-La socialización de género genera obstáculos para el acceso a los derechos sexuales y reproductivos: dificultades de mujeres, en particular de las más jóvenes, para negociar con sus parejas la utilización de preservativo en relaciones sexuales, el inicio de relaciones sexuales en adolescentes mujeres derivado de la presión de sus parejas y no como decisión autónoma, mayor vulnerabilidad de las mujeres en la adquisición de VHI, fuerte asociación de la mujer con la reproducción y la maternidad, falta de percepción de la mujer de su propia vulnerabilidad frente a infecciones de transmisión sexual y vigencia del mito de los “grupos de riesgo” frente a la transmisión del VIH (sólo el 10 por ciento de los adolescentes tiene acceso a información correcta acerca del sida).
-Los mandatos acerca de la conducta sexual internalizados por los adolescentes concluyen en factores de vulnerabilidad frente al VIH-sida, ya que la masculinidad hegemónica deviene en una condición psicosocial poco saludable, en tanto que promueve diversas conductas de riesgo a fin de reafirmar el ideal viril.
-Las características familiares y educativas, pero también sus expectativas, su visión de las relaciones entre los géneros, sus proyectos de vida (o la falta de ellos) ayudan a entender la asunción de conductas reproductivas poco cuidadosas, que ponen a los jóvenes de clase baja en mayor riesgo de embarazos tempranos.
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-Respecto al VIH/sida, un trabajo de Mabel Bianco afirma que en el grupo de adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años hay más nuevas infecciones en las mujeres que en los varones; y en el grupo de 13 a 19 años, la proporción de mujeres infectadas es mayor. Así, el problema es que precozmente se infectan con VIH y no lo pueden evitar porque no saben los riesgos que corren, o porque no tienen acceso gratuito a los preservativos cuando lo saben y quieren cuidarse, o porque no tienen la capacidad de negociar con sus compañeros sexuales para que usen preservativo.