Hay equipo. Battista, Irigoyen, Yován , Virdó y Franco.
El proyecto, impulsado por la docente Susana Battista y Jorge Amadeo Franco, elabora y sistematiza una serie de herramientas teóricas para quienes inician un emprendimiento comercial. En diálogo con InfoUniversidades, los impulsores comentaron en qué instancias se encuentra la investigación y cuáles son sus aportes.
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Los años de bonanza y crecimiento nacional no fueron suficientes para garantizar la efectiva inclusión en la vida social y productiva de varios sectores de la sociedad. En ese marco, las empresas sociales aparecen como una alternativa que beneficia a quienes trabajan en ellas y satisfacen las necesidades de los habitantes. Claro que, necesitan de asistencia. “El aporte de la Universidad al desarrollo de incubadoras de empresas sociales” es el nombre de este proyecto productivo que requiere de una mirada desde su singularidad y especificidad. “La situación pasa por definir una caracterización organizacional y, dentro de las organizaciones, la prioridad no es el lucro sino el desarrollo de las personas. Así, quienes tengan dificultades para ingresar al mercado laboral tendrán mayores herramientas para intentarlo”, explica Franco.
Por su parte, Susana Battista coincide con estos lineamientos y agrega: “Más allá de que la crisis mundial apareció este año, hay cuestiones sociales que se perciben desde hace tiempo. El tema son los sectores desfavorecidos y, entre ellos, los jóvenes”. Es decir, la pobreza no sólo afecta a las condiciones materiales de vida, sino también a las culturales y simbólicas. De allí, aparece la necesidad de estimular el surgimiento de competencias para desarrollar planes que provean conocimientos y habilidades para llevar a cabo conductas y prácticas. Esto favorece la autonomía de los sujetos a través de su inclusión social.
El rol de la Universidad
Con el afán de aportar herramientas teórico-prácticas a las nuevas generaciones, resulta primordial dar el primer paso en la incubación. “La idea es ver qué puede ofrecer la UNLaM: ya sea conocimiento o comprensión de las aspiraciones y situaciones de vida”, coinciden los docentes.
Con este fin, a través de la secretaría de Extensión Universitaria, la UNLaM brinda diversos talleres abiertos a la comunidad. “En el caso de implementarse esta incubadora, podría asesorar durante los momentos críticos de un emprendimiento. Sin dudas, nuestra capacidad de dar elementos de gestión y orientación les servirá a los que no tienen ni idea de cómo encarar un proyecto, o a aquellos a los que les parece muy sofisticado. O sea, la organización de un plan de negocios: qué podemos hacer y dónde necesitamos ayuda”, resaltó Franco.
En este sentido, cobra valor la apoyatura que se brindaría a las personas para que encuentren la idea que los satisfaga. Y el estudio de la dimensión subjetiva de los participantes es importante por la situación reflejada en la composición interdisciplinaria de los equipos de investigación. “Muchas veces, la gente tiene mil ideas que no puede implementar. Esto es la incubadora: una asistencia para que encuentren sus propios recursos”, resumieron a dúo.
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Franco concluyó que la línea de trabajo apuesta a la “reconstrucción de la persona”, por eso, “el compromiso del departamento está dado porque los resultados de la economía no pueden estar desvinculados con la calidad de vida de las personas”.