En las últimas décadas el ser humano ha sufrido nuevas afecciones cuyo origen estuvo en poblaciones animales. Los causantes son muy distintos unos de otros: virus, bacterias, hongos y parásitos, que pueden ser microscópicos o medir hasta metros de largo; pero el denominador común es que diversas especies de animales pueden trasmitirlos al hombre.
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“La mayoría son zoonosis como coronavirus, zika, Chikunguya, etcétera. Se trata de enfermedades emergentes o reemergentes, que son aquellas que antes no estaban en una región o especie y ahora sí se expanden en ellas”, explica a Argentina Investiga el doctor Roberto Mera y Sierra, director del Centro de Investigación en Parasitología Regional (CIPaR) de la Universidad Maza.
Es así que nuestra mirada para entender el problema y esbozar algunas posibles soluciones se dirige a los animales, aunque veremos que la ecuación no es nada sencilla. Estos seres no siempre padecen la enfermedad que transmiten. “Nadie quiere matar a quien le da de comer”, destaca el especialista. Se da un proceso de coevolución: muchos patógenos se desarrollan en conjunto con sus hospedadores y mientras más evolucionados están, menos afectan a la especie en la que se alojan. Este es el caso del Hantavirus, que no produce síntomas en los roedores silvestres, pero que al transmitirse al ser humano puede ser altamente letal.
Por su parte, el rol que ocupa el ser humano en el ciclo de transmisión también es sumamente variable: hay zoonosis en las que es fundamental para el mantenimiento del ciclo y en otras es un hospedador trampa.
En el primer caso el hombre se transformó en el huésped definitivo como sucede con la lombriz solitaria (Taenia saginata) que se aloja en el intestino. Es nuestra especie la que puede infectar al ganado y, a partir de allí, a otros seres que consuman su carne.
En el segundo, el agente llega al ser humano pero no puede amplificarse desde él, como sucede con el virus del oeste del Nilo, cuyos hospedantes habituales son las aves silvestres. Entonces, el hombre puede contagiarse por una picadura pero no puede transmitirlo a otras personas. Un caso similar es el de la brucelosis, conocida también como “fiebre de malta”.
Animales, hombres, virus, bacterias, hongos, parásitos, vectores… Muchos son los actores que entran en juego y la pregunta que surge es: ¿de qué depende que se produzca la transmisión de estas enfermedades? Y aquí la respuesta tampoco es sencilla, ya que hay características generales pero también específicas.
“Las zoonosis más difíciles de controlar son las que se transmiten por vía aerógena. Yo le puedo decir a las personas que laven o cocinen bien tal o cual alimento o que no lo consuman, pero no puedo decirles que no respiren”, subraya el investigador. Este sería el caso del coronavirus, que podría transmitirse de humano a humano, o de la psitacosis donde una persona puede contagiarse con sólo respirar en un lugar donde hay aves contaminadas que eliminan la bacteria por vía fecal.
Además, hay zoonosis transmitidas por vectores como mosquitos o garrapatas cuyo control también es sumamente difícil.
Más del 60% de los agentes patógenos que afectan al hombre son de origen animal y hay otro dato que desconcierta a la hora de poder enfrentarlos: su poder de daño depende de los individuos y las poblaciones. Algunos de ellos pueden causar estragos en individuos inmunosuprimidos pero no enfermar a personas inmunocompetentes. Un ejemplo se vio con la toxoplasmosis en Francia, que infectó entre el 70 y el 80% de la población pero no los enfermó, sino hoy el país estaría en ruinas. Caso contrario es el del ébola, cuya tasa de letalidad llegó al 90% en algunos brotes.
“Las que suelen ser más graves son las enfermedades que han hecho un salto de especie, es decir, que han pasado a una especie nueva, como lo que está sucediendo ahora. El ser humano no ha desarrollado defensas contra ese patógeno, por lo que el problema es mucho más grave”. Esto puede suceder porque la enfermedad aparece por primera vez en nuestra especie o porque se transporta de una región a otra. Una clara evidencia se manifestó con la llegada de los europeos a estas tierras, donde muchos habitantes contrajeron enfermedades desconocidas que las poblaciones del Viejo Mundo ya habían enfrentado.
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Las zoonosis han sido un problema recurrente para la humanidad, una especie de batalla que no da tregua y cuyo dominio no está en las manos del hombre, que hasta el momento sólo busca controlarlas y reducir sus riesgos.
Los mosquitos son vectores de algunas enfermedades peligrosas para el ser humano