Bajo la consigna “Discapacidad e inclusión en el ámbito de la educación superior universitaria”, el trabajo propone indagar en las representaciones que, tanto docentes como alumnos, poseen acerca de quienes tienen capacidades diferentes. En la actualidad, coexisten dos modelos teóricos que buscan comprender la discapacidad: el médico, que explica la discapacidad como una condición referida a la salud; y el social, que la considera en relación a las personas y al contexto social en que tiene lugar.
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“Tomamos como base la aprobación de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, sancionada en 2008”, explicó a InfoUniversidades la docente Julieta Arroyo, quien junto a la vicedecana del departamento de Humanidades y Ciencias Sociales, María Victoria Santorsola, lleva adelante el proyecto.
“Allí, se estableció una serie de obligaciones que nuestro país ratificó, que implican y se basan en el Modelo social de discapacidad, el cual busca generar determinadas modificaciones”. Lo que se comprende, desde ese modelo particular, es que “la discapacidad ya no es un problema ni una característica de la persona que tiene algún déficit, sino de las barreras o interacciones que se producen con el entorno. Eso es lo que resulta lo discapacitante”, resaltó la docente.
De ese modo, la sociedad en su conjunto se vuelve parte activa de las facilidades y los impedimentos que deben enfrentar las personas con discapacidad. Y, entonces, la responsabilidad recae sobre todos y todas.
Murallas físicas (y sociales)
En general, cuando se habla de “barreras”, la sociedad suele remitirse a las trabas arquitectónicas, y deja de lado las barreras comunicacionales y actitudinales. Este último tipo “es un factor que entra con fuerza en esta investigación, porque está basado en prejuicios, en la falta de información o en la falta de conocimiento o interacción con personas que tienen algún tipo de discapacidad, que es lo que va a generar la barrera o la dificultad en la interacción con las personas. La idea es poder identificar cuáles son estos prejuicios o ideas que se tienen en la actualidad para emprender, después, acciones que faciliten la inclusión”, explicó Arroyo.
Otra de las características que implica este Modelo social es que mueve el foco de la cuestión hacia la idea de diversidad, es decir, hacia la concepción inclusiva de que los seres humanos son diferentes y que no se debería totalizar a las personas.
La sociedad inclusiva
Respecto de la evolución de la concepción y las representaciones sociales, Arroyo analizó: “La discapacidad sigue estando en compartimentos estancos o en grupos que se interesan por el tema. Lo que tiene que suceder -algo que tanto en tratados como en diferentes documentos se promueve- es la difusión de la concepción de la discapacidad. Y que se pueda visibilizar; que sea algo cotidiano y que forme parte del día a día”.
“Intuitivamente, hay un cambio. El discurso actual provoca cambios respecto de lo que es este paradigma inclusivo -señaló Santorsola-. La idea es poder llevarlo a un plano científico y, a partir de ello, llevar a cabo acciones concretas”. Además, las investigadoras buscarán “desfases entre las concepciones que corresponden al modelo médico y al modelo social para poder llevar adelante la accesibilidad universal”.
Poder, se puede
Gabriel Copola, graduado en esta Casa, recibió una beca del gobierno provincial de Daniel Scioli para participar en los Juegos Paraolímpicos, en Londres, el próximo año. Hoy, es docente en la cátedra Introducción a la Educación Física Especial, junto a Gustavo García. “En la carrera me conocían todos, valoraron mi historia deportiva y me dieron la chance de enseñar algo que conozco a causa de lo que me pasó. Nuestra premisa es que los futuros profes puedan ponerse en el lugar del otro”, expuso el representante de tenis de mesa.
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El resto del equipo de investigadores se encuentra conformado por el decano del departamento, Fernando Luján Acosta, y las docentes Mónica Giuliano, Carina Antón, Valeria Antelo y Adela Larocca.