“Un padre puede criar diez hijos pero diez hijos no pueden cuidar a un padre”, sostiene un dicho popular. Cuando la soledad se hace amiga de la vejez o cuando un paciente debe hacer reposo en su domicilio y no cuenta con un familiar cerca, se presenta un problema. Es ante la necesidad de estar presentes, que surge este proyecto capaz de mejorar tanto la calidad de vida del enfermo como la de su entorno.
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Desde hace varios meses, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) trabaja en la implementación de un sistema de cuidado remoto. El docente y director del proyecto, Sergio Gwirc, contó a InfoUniversidades de qué se trata, cómo funciona y qué hace falta para ponerlo al alcance de la gente.
“La idea surgió porque siempre hablábamos acerca de las dificultades de salud que padecen nuestros familiares y de que, si les llegara a pasar algo, sólo se dispone del teléfono para estar al tanto”, comentó el mentor que junto a su colega Daniel Lupi, crearon el sistema. Junto al equipo de investigación, pensaron en el desarrollo de un circuito censor de caídas y golpes, cuyo tamaño fuera pequeño y pudiera ser llevado en la vestimenta. De esa manera, el chip analiza la señal que emite el movimiento de la persona y, ante una situación de riesgo, transmite la información a una central de análisis e interpretación de datos. Luego, mediante el envío de un mensaje por GSM (de texto) avisa al familiar.
En cuanto a la metodología empleada, Gwirc explicó que “se trabaja con áreas de suma sensibilidad. La central inteligente tiene la facultad de procesar información de varios dispositivos y, a la vez, analizar e interpretar las situaciones”. Hasta el momento, el sistema de alarma fue probado en un prototipo de pulsera, pero la idea a futuro es confeccionarlo en tamaño pequeño como para que no moleste en los quehaceres cotidianos. “Podría llevarse en un cinturón, ya que la persona tendría que tenerlo puesto todo el día”, expuso Lupi, docente de la cátedra Componentes e instrumentación de control.
El sistema está “bastante encaminado” y el equipo trabaja en el armado del detector y trasmisor de datos. “Hay que elaborar un software que almacene todo los datos y pueda decidir cuándo y en qué momento se produce una situación anormal”, manifestó Gwirc.
Prueba piloto
Aunque los investigadores son conscientes de la complejidad del trabajo planean finalizarlo hacia fin de este año. Es por esto que ya piensan en efectuar una prueba piloto que determine la documentación final.
También consideran que “todavía falta pulir ciertos detalles. No sabemos si los datos que ingresamos en la pulsera pueden almacenarse, ya que la memoria es muy chica. Otro punto es la duración de la batería, porque ésta tendría que estar encendida todo el día”. Si bien existen aparatos que prestan una ayuda similar, aún no están disponibles para el común de la gente ya que o no se encuentran en nuestro país, utilizan protocolos cerrados o resultan de un costo muy elevado.
Beneficiarios
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Teniendo en cuenta que las personas ancianas son las que están más expuestas al deterioro natural de la salud, este sistema les sería de gran utilidad. Además, ellas son las más propensas a sufrir ataques cardíacos, caídas y accidentes domésticos. También, ayudaría a las personas epilépticas o que padecen diabetes y pueden sufrir desmayos ocasionales.