Jugar, así de simple y claro es el objetivo de una ludoteca. Es con esta premisa que trabaja la escuela de Mendoza “Carmen Vera Arenas”, la única EGB de la provincia que depende de la UNCuyo. Esta “unidad didáctica-recreativa-cultural, que tiene como objetivo el desarrollo de la personalidad del niño a través del juego y el juguete”, como la definen sus hacedoras, tiene casi dos décadas de vida y es un ejemplo que se está imitando en otras escuelas del país y del extranjero.
Inmersa en el diseño curricular, sirve para aprender lúdicamente los contenidos escolares en un contexto experimental y creativo. Sus responsables son los ludotecarios, docentes capacitados especialmente para guiar a los niños a aprender a través del juego.
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“La ludoteca es un espacio donde los niños encuentran el clima adecuado para expresarse espontáneamente, para desarrollar su creatividad, para observar, experimentar, pensar, crear y recrear. Aquí la actividad principal es aquella que cualquier niño elige para pasarla bien: jugar”, explica a InfoUniversidades Elia Ana Bianchi de Zizzias, directora del proyecto “Ludoniño” de la Fundación EducAr, que busca mejorar la calidad de vida de los chicos a través del juego.
Según la docente, una de las motivaciones que la llevó a crear la ludoteca de la escuela Vera Arenas fue que en un contexto de violencia, pobreza, crisis familiar, soledad del niño, desamparo, falta de ternura y creatividad, “abrazamos la causa de los niños y abrimos las puertas para ir ¡a jugar!”.
Aprender y crear
Según los especialistas, las ludotecas permiten desarrollar la personalidad del niño, que aplica en ellas la creatividad y el pensamiento conceptual, y fortalece conductas necesarias para un mejor desenvolvimiento social, entre ellas, saber perder y ganar, respetar normas, ser honestos, ordenados y prolijos, y cuidar los materiales.
Para Zizzias, cualquier tema curricular puede ser transferido mediante el juego. “Cada año elegimos temas diferentes, basados en las necesidades de los chicos y las condiciones del contexto escolar y social. Pero los programas desarrollados tienen siempre ejes comunes: la creatividad, la convergencia de distintos medios expresivos, el juego, la alegría y los valores”. Así nacieron experiencias como “Musiludoteca”, “Vivir y jugar en una gota de agua”, “Juguemos con los miedos”, “Amor para compartir” y otras.
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“Los contenidos se desarrollan a través de estrategias lúdicas, dentro de un clima de distensión, alegría, espontaneidad y creatividad -continúa Zizzias-. Los alumnos no son evaluados de forma cuantitativa en este espacio”. El docente es clave a la hora de incorporar el juego a la educación. Los ludotecarios están capacitados para conocer y comprender las expresiones infantiles y están convencidos de las posibilidades educativas del juego y del juguete. Pero por sobre todo sienten amor y respeto por los niños, el aspecto más importante a la hora de insertarlos en la ludoteca.