La chatarra electrónica es un problema sin solución inmediata en nuestro país.
El avance de la tecnología aumentó de manera exponencial la cantidad de artefactos electrónicos. El consumo, que día a día acrecienta su nivel de masividad, genera una importante cantidad de residuos. Investigadores de San Rafael, Mendoza, analizaron esta situación, a partir de una serie de encuestas, con el objetivo de establecer elementos referentes a nivel local sobre los residuos electrónicos, recolectar datos sobre su uso y disposición final y estimar la cantidad de residuos electrónicos generados en San Rafael. Los investigadores estiman que los resultados arrojados serán la base para adoptar medidas de gestión para estos elementos.
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Los antecedentes sobre la cantidad de este tipo de residuos son escasos y no están actualizados, o no se corresponden con la realidad local. “El relevamiento se ejecuta con encuestas diseñadas para recolección de datos que se realizan a los comercios de mayor venta de este tipo de elementos y a las autoridades municipales involucradas en el tema. Este procedimiento permite establecer como elementos de mayor relevancia dentro de los residuos electrónicos a los aparatos informáticos (PC, monitores, impresoras) y teléfonos celulares” explica a InfoUniversidades Adriana Guajardo, una de las investigadoras del programa.
Y agrega: “La mayor cantidad de equipos informáticos y de telefonía se encuentra en los hogares. Los equipos en desuso son en su mayoría almacenados especialmente en instituciones. Estos elementos acumulados constituyen potenciales residuos destinados a los vertederos si en el futuro no se implementan programas de reciclado o recuperación”. De acuerdo al informe elaborado, los equipos informáticos son en su mayoría acumulados en establecimientos y casas.
Alerta, chatarra
En Argentina el 95% de estas corrientes de residuos peligrosos termina en rellenos sanitarios. En general, el recuperador informal o cartonero recupera los metales no ferrosos, pero desecha los componentes que contienen sustancias peligrosas. En el país no existen normativas respecto de estos residuos, ni para las empresas ni para los usuarios domiciliarios, por lo tanto, éstos no tienen dónde depositarlos. Los usuarios pueden disponer de ellos.
“Para los usuarios domiciliarios desprenderse de objetos que en algún momento tuvieron gran valor es difícil, aunque el valor actual sea nulo. Estos objetos obsoletos ocupan espacio; las empresas se desprenden más rápidamente de ellos por tener criterio económico y los usuarios domésticos tarde o temprano también tendrán que deshacerse de ellos”, detalla la profesional.
Guajardo hace hincapié en el gran riesgo ambiental que implican estos residuos: “Por contener materiales peligrosos pueden filtrarse a las napas de agua por lixiviación, lo que pone en riesgo el medio ambiente y la salud humana, por las sustancias tóxicas que contienen como el litio de las baterías, el plomo (de soldaduras, pantallas CRT y baterías), el mercurio (en lámparas fluorescentes de los monitores LCD), el bromo (carcasas y aislamientos plásticos) o el cadmio (toners y tintas de impresora, monitores CRT, baterías recargables y CD”.
Otro aspecto negativo radica en que en Latinoamérica en general no existen programas de recolección y gestión de aparatos electrónicos y eléctricos en desuso. Y aunque en Argentina operan algunas empresas en el mercado de gestión de los rezagos, en ningún caso se realizan operaciones que transformen o modifiquen la composición de los residuos ingresados, limitándose la operación a un despiece o desmontaje manual.
Según explican los investigadores, una vez que se clasifican los materiales se procede su valorización, agrupándolos por constituyentes o presencia de metales base.
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Al riesgo de no contar con depósitos apropiados para acumular esta clase de residuos, con el potencial riesgo ambiental que esto supone, hay que sumarle que en Mendoza no existen programas de reciclado ni lugares específicos para su disposición final. “La provincia estudia la creación de un parque de saneamiento especial para tratar y disponer este tipo de residuos, pero el inconveniente es que falta legislación al respecto, aunque estaría en vías de solucionarse”, concluye Guajardo.
En San Rafael se realizó un relevamiento de la cantidad de residuos electrónios que existen.