El proyecto “Perlas bio-fertilizantes para promover el desarrollo de cultivo BIOPEKs” está dirigido por la ingeniera en alimentos Yésica Lambrese. La idea surgió tras la participación de Lambrese en el Campamento de Jóvenes Investigadores de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y por las reuniones mantenidas con colegas investigadores en microbiología y biopolímeros con los que comparten el área.
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En el área de microbiología, los docentes e investigadores trabajaron con respecto a la bacteria utilizada por el equipo para formular el biofertilizante. “Estaba probado que esa bacteria tenía muy buenas características como promotora de crecimiento; debíamos encontrar una manera de encapsularla para poder liberarla al campo, por eso surgió la idea de los biopolímeros”, indicó la científica a Argentina Investiga.
La aplicación de las bioperlas fue planteada para dos tipos de cultivos: los hidropónicos, en los que las perlas se colocan directamente en el agua de producción y van liberando lentamente la bacteria. Otro modo de empleo del producto está pensado para la aplicación directa sobre la tierra.
El biofertilizante creado otorga distintas propiedades a los cultivos, dentro de ellas se destacan la solubilización del fosfato, las fitohormonas, la fijación del nitrógeno y la competencia con otros microorganismos.
Asimismo, las bioperlas son sólidas y fáciles de trasladar para el productor. En la actualidad se ofrecen en el mercado fertilizantes líquidos que no tienen mucha viabilidad en el tiempo ya que tienen un corto tiempo de vida útil (un mes como máximo).
El equipo realizó distintas pruebas, a partir de las cuales obtuvieron buenos resultados. Sin embargo, uno de los próximos objetivos de los investigadores es seguir estudiando y afinar parámetros para que el producto salga al mercado.
“Con las pocas pruebas que hemos hecho, nuestro producto tiene muy buena viabilidad durante más de un mes y medio, con gran crecimiento de la bacteria en poca cantidad”, sostuvo la investigadora.
Dentro de los valores agregados del producto se destaca que la bacteria es controladora biológica, esto es importante en caso de que la planta tenga alguna enfermedad. El que la bacteria esté encapsulada permite que tenga un mayor contacto e interacción con la planta sin dispersarse en el suelo, liberándose de manera controlada y continua.
¿Cómo se producen las bioperlas?
Uno de los primeros pasos en la generación de las perlas es la producción de la bacteria. Una de las preocupaciones de los científicos en esta etapa era buscar cómo disminuir los costos de producción de las perlas: “para producir la bacteria es necesario un medio de cultivo y eso es muy caro, por ello comenzamos a reutilizar el bagazo de la cerveza y tuvo grandes resultados”, sostuvo Lambrese.
Hacer la perla es un proceso manual, en el que se utiliza alginato de sodio (biopolímero) mezclado con la bacteria con el medio de cultivo (bagazo). Esto se coloca en una jeringa estéril y mientras se mantiene en proceso de agitación una solución de cloruro de calcio se va goteando con la jeringa.
Dentro de los estudios que emprenderán, analizarán si la concentración de perlas es la misma para cada tipo de cultivo, para cada estadio de las plantas; además investigarán el impacto con respecto a los cambios climáticos. Si bien desde el equipo consideran que deben afinar conceptos, ven este desarrollo como una oportunidad para brindar en un futuro cursos y capacitaciones.
“Lo interesante del proyecto es que no solo quede en la mesada de un laboratorio, sino que se logre una transferencia tecnológica directa. Eso es lo que tratamos de buscar en el grupo, el vínculo con distintos sectores productivos, para ver de qué manera desde la Universidad remediar un problema o mejorar algo”, sostuvo Gastón Fernández, integrante del equipo.
En la actualidad, en el mercado no existe un producto en formato perlas y que sea 100% biológico. Si bien existen estudios realizados sobre la temática, no se comercializa un producto similar.
Dentro del proyecto, los investigadores plantearon como parte del público objetivo a las personas que tengan huertas familiares, aspirando, de esta manera, llegar a los ministerios afines como socios para difundir el producto y apuntar dentro de un tiempo a cultivos a grandes escalas.
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“Actualmente se piensa en tener productos sin la presencia de químicos, colaborando así con el medio ambiente y la salud. Es uno de los objetivos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) empezar a promover este tipo de proyectos de consumo de frutas y verduras orgánicas y con este tipo de iniciativas promovemos lo sustentable en beneficio de la salud”, finalizó Fernández.