¿Puede suceder que un científico que analiza factores contaminantes en un laboratorio también esté contaminando? La respuesta es sí, y para evitarlo, el bioquímico Ariel Fontana trabaja en el desarrollo de una nueva metodología que descubre contaminantes ambientales persistentes, con una técnica ecológica.
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Su objeto de estudio son los bromados retardadores del fuego (o éteres difenilos policromados, PBDEs), compuestos contaminantes nuevos, empleados a nivel industrial como aditivos en una gran variedad de polímeros, como telas, alfombras, partes electrónicas, automotores y carcazas de computadoras, entre otros.
“Como su nombre lo indica, los PBDEs son agregados a estos polímeros, que se usan para incrementar la resistencia a iniciar y propagar el fuego y, por lo tanto, reducir su inflamabilidad -explica Fontana a InfoUniversidades-. Estos compuestos muestran similar toxicidad y comportamiento químico que los ya conocidos bifenilos policlorados (PCBs)”.
Según los especialistas, los PBDEs tienen estabilidad y persistencia en la naturaleza, es decir, que se acumulan en el ambiente y en organismos vivos. Por lo que son muy comunes los estudios para medir su presencia en el ambiente. Sin embargo, estos análisis suelen emplear grandes cantidades de solventes orgánicos tóxicos que el grupo de investigación en Química Analítica, integrado por Fontana junto a los doctores Rodolfo Wuilloud, Jorgelina Altamirano y María Silva, intenta superar.
“La tendencia de nuestra investigación es desarrollar metodologías analíticas que consuman la menor cantidad posible de solventes orgánicos volátiles, un problema que se da tanto a nivel ambiental como operativo. Usamos solventes alternativos poco contaminantes, como tensoactivos o detergentes capaces de biodegradarse, por eso puede considerarse ecológico”, especifica el bioquímico.
El método
Los ensayos de los investigadores se centraron en muestras de agua de lagos y ríos de Mendoza. “En la naturaleza, específicamente en el agua, los PBDEs se encuentran en concentraciones muy bajas; es por eso que resulta indispensable el uso de técnicas rápidas y eficientes para su detección. Y en esto nosotros siempre buscamos minimizar el uso de otras metodologías que emplean grandes cantidades de solventes orgánicos tóxicos”, especifica Fontana.
Para analizar las muestras utilizaron la técnica de la cromatografía gaseosa (CG), que requiere, primero, extraer estos compuestos de la muestra: esto es, sacarlos de la muestra a un medio que permita analizarlos; en este caso, un equipo cromatógrafo de gases. Así comienza un proceso en el que se le agrega el tensoactivo o detergente no contaminante para aislar y extraer los PBDEs y, por último, se determina y cuantifica la presencia de los compuestos de forma confiable y precisa.
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Los resultados obtenidos en los espejos de agua mendocinos mostraron que el nivel de contaminación con PBDEs es relativamente bajo. Pero esto no fue una sorpresa para el grupo, sabedor de que este tipo de contaminantes tiene tendencia a depositarse en mayor medida en sedimentos. “En este momento nuestro grupo de investigación desarrolla nuevas técnicas aplicables a muestras de sedimentos o barros de ríos y lagos de la provincia. Por lo que, una vez obtenidos los resultados, se podrá llegar a una conclusión más confiable del grado de contaminación con PBDEs”, completa Fontana.