La investigación analiza a la agrupación presidida por Hebe de Bonafini, su constitución como “mujeres” y la resignificación de los límites de lo social de la categoría “madre”. “De la cocina a la plaza” es una investigación que permite reconocer “los desplazamientos y las tensiones que ponen en evidencia la disputa política que implica definir los sentidos sobre los cuales se fundan los órdenes en que vivimos”, define María Virginia Morales para adentrarse en un estudio que identifica las diferentes posiciones ante los derechos humanos de acuerdo a las coyunturas históricas.
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La investigadora distingue entre 1976 y 2001 dos momentos discursivos del Movimiento: uno, donde comienza a emerger públicamente, en una dimensión colectiva en la que se identifican con la maternidad y llegan a la Plaza para luchar por la aparición de sus hijos; y un segundo período, cuando los lazos de sangre comienzan a adquirir otra dimensión y se resignifica la “maternidad”.
Este recorrido le permite a Morales indagar en la renovación permanente del Movimiento. “Ellas se siguen diciendo madres que buscan a sus hijos, pero con un plus que nace en los ‘80 cuando se relacionan con otros movimientos de derechos humanos. En los ‘90 profundizan su acción y pasan a ser las madres de los expulsados por el sistema; empiezan a articular la maternidad con otras luchas. En 2003 eso se modifica; desde la presidencia de Néstor Kirchner el Estado retoma temas relacionados con los derechos humanos, la memoria, la verdad y la Justicia y, a partir de allí, aparece ‘Sueños compartidos’ y la radio y la Universidad de las Madres cobran mayor fuerza”, indica la investigadora a InfoUniversidades.
Este trabajo surge de un análisis del discurso en relación a las identidades políticas de fin de siglo y, en ese marco, el movimiento de derechos humanos asociado a la perspectiva de género, para reconocer la significación de la categoría “madre” desde los estudios post-estructuralista y post-feminista.
“Me interesaba poner el acento en las Madres como movimiento político y romper con la idea de una relación de causalidades que terminan con ellas en la Plaza; porque su lucha se construye en una dimensión histórica, con un discurso de época que interpela a las madres para que cuiden a sus hijos y, así, luchar contra la subversión. En ese momento las Madres en la Plaza se apoderan de un discurso que les demanda que ocupen un lugar de la casa, que cuiden de sus hijos, para convertirlo en uno que establece que están reclamando desde su deseo de madres de cuidar a sus hijos”, explica Morales.
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De la investigación se desprende que el objetivo de las Madres de Plaza de Mayo tiene una lectura histórica que da cuenta de la complejidad de las identidades y de la capacidad de identificarse con determinados discursos y luchas que redefinen su rol como movimiento.