La construcción de infraestructura para la generación de energía demanda mucho tiempo y los resultados son a largo plazo. Pasar de la idea de obtener energía con la potencia del río Paraná hasta concretarlo en su plenitud llevó casi cien años. Yaciretá comenzó a pensarse a principios del siglo XX. En 1958 arrancaron los estudios técnicos y recién en 2011, cincuenta años después, la represa pasó a generar energía en toda la potencia proyectada. Otras obras más pequeñas y recientes, como la Central Termoeléctrica Brigadier López, ubicada en Sauce Viejo, fue licitada en 2007 y se espera que funcione en su magnitud recién en 2015. Los avances tecnológicos acortan los tiempos y diversifican las posibilidades de obtención de energía, pero los plazos en estas grandes obras siguen siendo largos.
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Para aportar en este tema, investigadores locales desarrollaron un modelo matemático que proyecta cuándo y en qué tipo de planta invertir para la generación de energía en el país treinta años para adelante. Además, estipula qué potencia se puede esperar de esas operaciones. El trabajo que duró casi cuatro años, forma parte de una tesis doctoral realizada en el INGAR (Instituto de Desarrollo y Diseño UTN - Conicet), dirigida por el doctor Aldo Vecchietti, docente e investigador de la UTN Santa Fe. Los investigadores describen al modelo como una “herramienta para la toma de decisiones “, en un tema en el que todo se mide en años o décadas.
Según el análisis de los consumos energéticos de los últimos 20 años en Argentina, el aumento poblacional y el crecimiento del PBI, el modelo proyecta la demanda energética a futuro. En función de esos resultados establece las inversiones a realizar para satisfacer esa demanda proyectada según los objetivos previos como, por ejemplo, maximizar los beneficios y minimizar la emisión de gases de efecto invernadero. En el modelo también pueden incluirse incentivos económicos y financieros a la producción de determinados combustibles o plantas, y eso cambia el resultado.
“Este modelo nos da la posibilidad de procesar muy rápido un cúmulo de información que representa las relaciones y conflictos entre todos los componentes. En el caso de la energía lo que hicimos es un modelo matemático para planificar inversiones. Lo llamamos multiperíodo porque abarca 20 años. Se le puede incluir información del costo de inversión y la operación de la tecnología y la potencia que entrega. Por ejemplo, cuánto cuesta un megavatio de un aerogenerador tanto en inversión como en operación. El modelo es una herramienta de continuo análisis donde se pueden agregar y quitar componentes de acuerdo a las políticas energéticas y los resultados que brinda son fundamentales para la toma de decisiones. Uno puede probar incluir qué sucede si ponemos un incentivo a determinado combustible y el modelo me proyecta lo que podría ocurrir. Esto es una herramienta eficaz de análisis, porque brinda resultados concretos. Por ejemplo, probamos qué se debería hacer si se espera que dentro de veinte años quede un 30 por ciento de las reservas de petróleo, para poder venderlas a un precio más elevado o para retenerlas y emplearlas más adelante. Los resultados me dicen en qué fuentes de energía debo invertir para lograrlo”, comentó a Argentina Investiga Vecchietti.
“La función objetivo que se fijó es maximizar beneficios, sujeto a restricciones. Por ejemplo, se puede limitar el monto disponible para hacer inversiones. Otro objetivo que se incluyó es que las emisiones de gases de efecto invernadero sean mínimas. Si se invierte mucho en tecnologías convencionales, por ejemplo petróleo o gas, se emiten gases de efecto invernadero, entonces no conviene a los objetivos planteados. Si se invierte en aerogeneradores la emisión de gases es nula pero el costo de la energía va a ser más alto”, remarcó Vecchietti.
El modelo ya fue cargado y probado con datos oficiales y de las cámaras del sector energético. El investigador señaló que “la proyección a 20 años es que vamos a tener que buscar alternativas de generación de energía. La esperanza son los recursos de Vaca Muerta, si no tenemos que empezar ya a invertir en fuentes alternativas porque vamos a agotar las reservas o tener que importar más energía. Hay que apostar al biodiesel y al bioetanol. Un problema a resolver es el alto consumo de diesel del transporte pesado y la única alternativa, por ahora, es el biodiesel. Un camión, no tan moderno, consume un litro de combustible cada dos o tres quilómetros, esto es muy alto”.
Para la elaboración del modelo tomaron fuentes como el biodiesel (a partir de soja), bioetanol (de maíz y caña de azúcar), energía eléctrica por aerogeneradores y las energías tradicionales, más las reservas de petróleo y gas existentes. El modelo también incluye las turbinas hidrocinéticas que se ponen en los ríos caudalosos. La energía solar está incluida sólo para calefacción, en uso doméstico y comercial y en reemplazo del gas, por la inclusión en el mercado de los termotanques solares. Pero al modelo se le pueden incluir otras fuentes de energía que surjan o tomen relevancia.
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Según los resultados y con el objetivo de bajar la contaminación ambiental los investigadores establecieron que “de los combustibles fósiles, el gas es la mejor opción, porque emite menos, es más limpio, de bajo costo, fácil de transportar y tiene mucha energía concentrada. Como fuente de energía, en Argentina, hoy es muy difícil de reemplazar. Los resultados también indican que la instalación de aerogeneradores es necesaria para producir energía eléctrica y nuevas plantas de biodiesel y bioetanol para satisfacer la demanda de combustibles, con costos energéticos más elevados pero menor cantidad de emisiones. En la toma de decisiones también deben contemplarse otros aspectos que van más allá de los resultados obtenidos, por ejemplo, tanto Alemania como España apostaron mucho a los aerogeneradores, pero es una energía más cara y con altos costos de mantenimiento, es por eso que en algunos casos se están revisando las futuras inversiones en esta tecnología”.