El suelo en la región semiárida pampeana puede presentar variaciones que influyen en el rendimiento de los cultivos cuando se realizan prácticas agrícolas tradicionales. Pero desde el final de la década del noventa, en Argentina, se difundió -aunque lentamente debido a los costos- la agricultura de precisión, que apunta a tratar cada zona de un lote según sus condiciones y requerimientos específicos mediante la aplicación de dosis variables de distintos insumos como fertilizantes, semillas y herbicidas, entre otros.
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Las imágenes satelitales, los datos ofrecidos por los sistemas de posicionamiento global (GPS) y sistemas de posicionamiento global diferencial (DGPS), los sistemas de información geográfica (SIG), distintos métodos de procesamiento y software, son algunas de las herramientas geoespaciales que los especialistas usaron en este estudio para determinar cuáles eran las adecuadas para aplicar a todas las etapas de los sistemas de agricultura de precisión. La ventaja de estas tecnologías es que permiten analizar los ambientes productivos en forma precisa.
La implementación de las herramientas
La primera etapa de la investigación consistió en establecer las particularidades espaciales de cada parcela y delimitar las zonas con características similares, llamadas zonas homogéneas. Para ello, se utilizaron imágenes aportadas por los satélites Landsat TM y ETM+ -provistas por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE)- y Cbers, de origen chino - brasileño. Este material fue georreferenciado y procesado en forma digital.
Luego, se determinaron las causas de la variabilidad espacial detectada en las imágenes a partir de un análisis del suelo. La información satelital permitió establecer puntos para realizar muestreos, que se localizaron a través del GPS. Los investigadores comprobaron que la topografía del lote influye en la delimitación de las zonas homogéneas. Para caracterizarlas utilizaron DGPS. “En esta zona, la topografía de los lotes influye en el rendimiento de los cultivos. Hay presencia de lomas que suelen ser muy arenosas y con poca disponibilidad de agua. Entonces, los cultivos se desarrollan menos. Los GPS diferenciales son de utilidad porque tienen precisión adecuada para hacer mapas de la topografía”, explicó a Argentina Investiga Soledad Mieza, integrante del equipo que realizó el estudio.
Con estos datos, en la etapa final se confeccionaron los mapas de aplicación variable de los insumos que se incorporan a la siembra en máquinas sembradoras equipadas con GPS, monitores de densidad de siembra y fertilización variable.
Durante el ciclo de los cultivos también se aplicaron las imágenes satelitales para monitorear su evolución. “Estas imágenes captan lo que se refleja de la luz solar en la tierra. Esto permite extraer información de los cultivos, de su estado, de la presencia de agua, del porcentaje de cobertura de la superficie a medida que aquél se desarrolla; incluso, se pueden detectar plagas”, indicó la investigadora, especialista en imágenes satélites, en relación al aporte que hace esta tecnología espacial.
El estudio se realizó en 15 lotes de 100 ha de superficie promedio, en un campo ubicado a 10 km de General Pico, en el noreste provincial. Allí se cultivan en forma extensiva maíz, girasol y soja, en ciclos que comienzan en octubre y finalizan en marzo. El establecimiento contó con el equipamiento necesario para realizar agricultura de precisión, como cosechadoras con monitor de rinde y equipos para dosificación variable de insumos.
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Si bien aún falta evaluar cuantitativamente las relaciones entre la dosificación variable de insumos y el rendimiento, el estudio demostró que se redujeron los insumos totales aplicados en los cultivos, en especial, de semillas en áreas que sufren erosión eólica, como son aquellas en las que hay lomas arenosas. También comprobó que se redujeron los gastos. Desde lo técnico, la investigación concluyó que el conjunto de las tecnologías empleadas genera las condiciones para su aplicación y permite realizar manejos adecuados.