Nota

Universidad Nacional del Sur - Departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia

10 de Septiembre de 2012 | 4 ′ 10 ′′

Argentina ayuda a un país de Oceanía a combatir una plaga botánica

En una investigación multidisciplinaria, expertos de la Universidad y del Conicet, buscan “enemigos” naturales de la popular cola de zorro. La planta, también llamada cortadera, es originaria de la zona pampeana argentina y fue llevada a Nueva Zelanda, a 10 mil kilómetros de aquí, con fines decorativos. Se convirtió en una plaga en las islas, imposible de combatir por medios naturales.

La cortadera, una plaga en Nueva Zelanda

La cortadera o cola de zorro se convirtió en invasora incontrolable en Nueva Zelanda y su expansión derivó en que un instituto de ese país buscara ayuda de expertos del Conicet Bahía Blanca para lograr restringir su avance.

Debido a que en Nueva Zelanda no se utilizan agroquímicos en áreas de reserva natural, por la defensa del medio ambiente, desde hace dos años especialistas del país oceánico trabajan con científicos locales para lograr conocer cuáles son los “enemigos” naturales de este tipo de ejemplares. Según explicó a Argentina Investiga el doctor en Ciencias Naturales, Carlos Villamil -del departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la UNS- el mayor problema radica en que las cortaderas (también llamadas plumero) son plantas cuya identificación botánica no es sencilla.

La cortadera es una planta muy invasora en Nueva Zelanda porque ocupa en forma indiscriminada áreas naturales y desplaza a la vegetación autóctona. A diferencia de lo que ocurre en Argentina, donde tiene espacio para expandirse, en las islas de Oceanía termina por arrasar con especies propias y se convierte en un problema.

“Aún no se conoce cuántas especies de la cortaderas existen, por ejemplo. Es un organismo enigmático para la ciencia, a pesar de ser tan popular y común en esta zona. También viven en otros países cercanos, como Brasil y Ecuador pero, por ejemplo, aún no sabemos con seguridad si pertenecen a la misma especie que la que se encuentra aquí o son distintas. Además, tienen una biología complicada, porque algunas poblaciones sólo tienen individuos femeninos y, en otras, en cambio, existen ambos sexos”, detalló el investigador.

Integrantes de Landcare Research - una organización de investigación ambiental con sede en Nueva Zelanda, cuyo objetivo es la protección y restauración de la biodiversidad- visitaron esta zona para descubrir posibles agentes de control biológico en el lugar de origen de la planta, cuyas cañas floríferas pueden alcanzar los 4 metros de altura. “Estimamos que una chinche y una mosquita que se alimentan de las semillas podrían ser algunas posibilidades de ‘combate’” afirmaron. En el Centro de Recursos Renovables de la Zona Semiárida (UNS-Conicet) intentan descubrir si un hongo parásito puede llegar a ser el agente de control buscado.

“Ellos precisan conocer qué factores limitan su crecimiento, por eso buscan la solución aquí, en su lugar de origen. Pero nosotros aún no lo sabemos. Vienen especialistas de otros países también, como Chile, para evaluar sus características”, destacó Villamil.

La investigación es llevada a cabo por taxónomos (ciencia de la clasificación de los seres vivos), entomólogos (estudiosos de los insectos) y filopatólogos (especialistas en el estudio de las enfermedades de las plantas) tanto de la UNS como del Conicet, porque la problemática se enfoca desde distintos ángulos. El organismo científico nacional, además, acaba de otorgar una beca doctoral al licenciado Daniel Testoni para esclarecer la compleja taxonomía de esta planta.

Por tratarse de una planta típica de espacios abiertos, tolerante al frío y el viento, libre de enfermedades e insectos que se alimenten de ella, el desafío para su control es complicado. Originaria de algunos países de América del Sur, como Argentina, Brasil y Uruguay, su nombre científico es Cortaderia selloana. También tiene presencia en Colombia, Ecuador y Venezuela. Su máximo poder ornamental se logra durante la época de floración, en el verano, cuando aparecen los conocidos plumeros, en diferentes tonos, como beige, blanco o rosado.

Producción Periodística:
Karina Cuchereno

Responsable Institucional:
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