La profesora Silvia Nicoletti, docente e investigadora del departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Río Cuarto, analizó el papel de los actuales educadores universitarios y sostuvo que “es necesario pensar el rol del educador universitario en el entramado de dimensiones que atraviesa la práctica docente y emerge de los procesos de transformación socio-política-económica y cultural que impactan en la Universidad y en las relaciones que se establecen con el conocimiento disciplinar, el pedagógico, la ética, los contextos institucionales”.
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“Esto -agregó- lleva implícita la exigencia de una constante reflexión acerca de las tensiones que se originan en la relación de la Universidad con los diferentes sectores de la sociedad. En especial, frente a la demanda de una democratización del conocimiento que asegure la posibilidad de acceder a la educación universitaria y promueva la formación en saberes y en ciudadanía, por cuanto se hace necesario pensar en nuevas formas de enseñanza y de aprendizaje”.
Desde este marco, la profesora Nicoletti consideró que se entiende que ser educador universitario “es mucho más que transmitir información. Implica poner énfasis en la tarea de formador, de promotor de construcciones activas de conocimientos, a partir de la innovación en la enseñanza, la reflexión crítica acerca del propio accionar, en procura de aprendizajes que favorezcan la comprensión en los estudiantes. Se trata de ayudarlos a que aprendan a aprender y logren autonomía en el conocer, sin dejar de lado el valor de los vínculos socio-afectivos, más allá de la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para una formación efectiva”.
“En esta compleja trama que se entrelaza en el rol del educador universitario no puede estar ausente la pregunta acerca de quiénes son los estudiantes de hoy, la comprensión de la heterogeneidad de quienes habitan las aulas, sus diferentes perfiles de comprensión y de conocimientos, en el marco de las nuevas culturas juveniles. Además de reconocer que en el aprendizaje intervienen siempre múltiples emociones que favorecen u obstaculizan los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Es por ello indiscutible la necesidad de repensar las estrategias de enseñanza, las modalidades de evaluación y los intercambios que ocurren en el aula. Si aceptamos que nuestro rol como educadores debe ser más inclusivo social y educativamente, debemos cuestionar siempre el sentido de nuestro accionar” señaló la investigadora.
“Para hacer frente a la complejidad del escenario en el que desempeñamos nuestro rol
-añadió Nicoletti- debemos comprometernos con la autocrítica y la formación docente, que articule lo disciplinar con lo pedagógico-didáctico, lo político e institucional, a través de un proceso sistemático, continuo y colaborativo”.
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La docente universitaria recordó al profesor Miguel Boitier, para muchos “un maestro, no sólo de sus alumnos, sino también de sus colegas, de los trabajadores docentes, que ejercía su rol de educador desde un irrenunciable compromiso con la universidad pública y la sociedad. Con él pudimos acercarnos a la lectura de la realidad social, educativa, política, desde una perspectiva crítica. Con él, aún pensamos que la educación, entonces, no es sólo acceso a la información y a los conocimientos, sino la respuesta a la autoconciencia humana de ser inacabado. De allí que la educación liberadora siempre sea apuesta a la ética y a la estética. ¿Puede haber algo más bello que transformar una sociedad en un espacio social justo y solidario?” concluyó la docente.