Patricia Ávila es la directora del proyecto “Lo extraordinario: La (re) construcción del Sí - Mismo y la práctica artística. El caso del penal San Martín”. Su investigación se orienta al desarrollo de la noción de “lo extraordinario” como emergente distintivo de las prácticas artísticas actuales. En esta entrevista con InfoUniversidades, la investigadora y docente del departamento de Plástica de la Escuela de Artes define la noción de lo extraordinario en el arte moderno y relata que en la experiencia llevada adelante en el penal se advirtió la resistencia de la identidad ante la sujeción de lo institucional.
> Leer también: Reality shows, la banalización de lo banal.
-¿Qué es lo extraordinario?
-Es lo que se encuentra fuera de orden. Lo inesperado que surge como provocación dentro del régimen de percepción e interpretación establecido. Es un vuelco, un encuentro que permite reflexionar sobre el arte como forma de revelación, un gesto que adquiere su valor por su localización “fuera de lugar”. En el campo específico del arte un antecedente paradigmático es “Fuente”, de Marcel Duchamp, y las obras del vivo dito (arte vivo) de Alberto Greco a comienzos de los sesenta, entre otras.
-El arte contemporáneo, con su carácter transgresor, ¿multiplica las formas de lo extraordinario?
-El arte moderno y contemporáneo encuentra en la transgresión su principal seña de identidad, diferenciándose de la concepción normativa del arte clásico y académico. Una transgresión que históricamente se ha desarrollado a través de dos vías. Por un lado, la búsqueda de una ruptura radical y continua con el sistema reglamentario del arte, cuyo principal representante sería Marcel Duchamp. Por otro lado, una transgresión que trata de influir fuera del campo del arte y tener un impacto político y social. Sin embargo, esta necesidad de transgresión como imperativo de la modernidad no debe confundirse con lo extraordinario como fenómeno de extrañamiento e intersticio. La noción de ruptura de las vanguardias es un corte; en cambio, en lo extraordinario, la ruptura es una grieta para espiar otro mundo.
Autorretrato de la serie “Autobiografías ficticias” (2006). Taller del penal San Martín
-En este sentido es interesante el trabajo que realizan con presos del penal San Martín y que tomaron como tema de estudio. En ese mundo tan homogeneizado, ¿cómo surge lo extraordinario?
-El taller de arte permite reconstruir territorios existenciales a partir de modos de funcionamiento de la subjetividad alienada. Elegimos el taller como modelo de producción de subjetividad en un sistema que ejerce la violencia de la homogeneización. Se trató de indagar en esa línea y de atender a la emergencia de lo individual, lo propio, lo identitario, en un sistema normado, reglamentado, en el que la pérdida de la libertad individual es una forma de castigo. Nos llama la atención cómo esos sujetos institucionalizados, esas personas cuyas presencias han sido enajenadas, son aún ellos mismos. Es de nuestro interés el modo en que se expresa ese ser uno mismo.
-¿Y cómo se expresan?
-De diferentes maneras. En 2005 el taller, a cargo de Pablo González Padilla y Carolina Romano, presentó una serie sobrecogedora e implacable de autorretratos. El año pasado mostraron una serie de objetos cotidianos que son de naturaleza gráfica y sin embargo no menos inquietantes que los autorretratos. En esa relación entre el retrato y el objeto aparece, sin ser nombrado ni representado, el cuerpo. El cuerpo readaptando el entorno, apropiándoselo. En los sujetos encerrados, aprisionados, es posible comprender la distancia y la lejanía como variables de la existencia. Ese vacío entre nosotros y el mundo cobra una entidad palpable.
-¿Alguna producción que recuerdes especialmente?
-Recuerdo varias, pero en especial la de Pedro, uno de los internos, que mostró un maravilloso objeto estético: una “araña”, un instrumento para agarrar las cosas a través de las rejas. Esta es un metáfora perfecta de cómo desde el cuerpo nos prolongamos, nos estiramos, conseguimos prótesis para restañar o forzar la relación con el mundo.
-Y los artistas, ¿cómo se estiran para tocar el mundo?
-En los últimos años el arte contemporáneo está dando cuenta de la inmensa complejidad de la cultura actual. Desde el Proyecto txt, en el que trabajo en la actualidad, reunimos textos de artistas y también prácticas al margen del arte, prácticas de instituciones y actores sociales que no pertenecen al campo artístico, ni esperarían hacerlo. Planteamos un modo de reflexionar desde la acción, la escritura, performances, fotos, documentales, ensayadas por los artistas desde sí mismos para luego derivar hacia los “otros”, es decir sectores periféricos al mundo del arte y constatar cuánto de esto ya estaba inscripto allí desde el comienzo.
Patricia Ávila también forma parte del colectivo Urbomaquia y del Proyecto txt. En 2008 publicó el libro “Y tú también te vas”, que recorre la historia del dinero argentino, la incorporación de las imágenes y héroes al papel moneda y los distintos cambios que sufrieron los billetes.