Investigadoras del departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia confirmaron que las heces de los vacunos que se crían en campos cercanos a cursos y reservorios de agua son capaces de contaminarlas con una especie de la bacteria Escherichia coli.
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Según explicaron a InfoUniversidades las doctoras María Amelia Cubitto y Patricia Marucci, un estudio realizado en los cursos de agua de la comarca de Sierra de la Ventana, en la provincia de Buenos Aires, determinó la existencia de una variedad de la bacteria Esherichia coli (la enterohemorrágica), que puede derivar en diarreas o gastroenteritis e, incluso, afectar los riñones, síntomas del síndrome urémico hemolítico. La localidad es uno de los principales destinos turísticos del interior bonaerense y, tal como indicaron, la situación puede repetirse en todos los espejos de agua y arroyos frecuentados por ganado.
“La bacteria Escherichia coli es común en el intestino, pero hay algunas variedades que pueden generar ciertas patologías. Habitan en el intestino de los vacunos y, además de los alimentos que derivan de los animales, se transmiten a través de las heces. La presencia del ganado en el sector cercano al agua implica que, con las lluvias, los excrementos terminen en los ríos y arroyos cercanos”, destacó Cubitto.
La investigadora agregó que la contaminación con esta variedad de la bacteria empieza con diarrea común, luego con presencia de sangre y produce una toxina que afecta seriamente a los riñones.
Las especialistas detectaron cuatro cepas de la citada bacteria en los arroyos del lugar analizado, en distintas épocas del año (en agosto, con 5º C en el agua), en diciembre (21º C) y en marzo (14º C).
“El problema es que esas aguas se usan con fines recreativos por la población, especialmente niños, lo cual implica que puedan enfermarse”.
El Síndrome Urémico Hemolítico es un trastorno que ocurre, generalmente, cuando una infección en el aparato digestivo produce sustancias tóxicas que destruyen los glóbulos rojos, causando lesión a los riñones. Se produce luego de una infección gastrointestinal con la bacteria Escherichia coli. Y, además de dolencias permanentes en los riñones que implican el tratamiento con diálisis y el cuidado de por vida en la alimentación, también puede ser mortal.
“Hicimos un estudio de la calidad de las aguas. En general, en los meses de invierno y primavera los valores eran los normales, el problema es en el verano porque la materia orgánica que hay en el agua, producto de elementos como restos de comidas que se desechan, hace que los microorganismos se reproduzcan. Ahora pretendemos saber cuánto sobreviven en el agua”, acotó Marucci.
Cuando la bacteria tiene pocos aportes de nutrientes se mantiene en estado latente, como dormida. Cuando encuentra materia orgánica se desarrolla. Consultadas sobre qué habría que hacer para evitar la situación, las investigadoras coincidieron en que la opción menos viable pero la más recomendable es alejar al ganado de los espejos de agua, para que la materia fecal no termine escurriéndose hacia allí.
“Sería ideal, pero también lo menos factible. Recomendamos que los niños que concurren a esos arroyos no tomen agua”, señalaron y agregaron que uno de los problemas es que no existen estudios sobre la calidad del agua en los espacios recreativos de la provincia de Buenos Aires.
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La Escherichia coli, en su hábitat natural, vive en los intestinos de la mayor parte de los mamíferos sanos. En individuos sanos, es decir, si la bacteria no adquiere elementos genéticos que codifican factores virulentos, ésta actúa como un comensal, formando parte de la flora intestinal y ayudando así a la absorción de nutrientes. La fuente de contagio principal es la carne vacuna previamente contaminada e insuficientemente cocida, la leche no pasteurizada, los productos lácteos frescos manufacturados con leche no pasteurizada y el agua contaminada. También puede transmitirse de persona a persona.