Desde tiempos inmemoriales, las poblaciones indígenas y autóctonas tuvieron como base de supervivencia a los diversos productos que extraían de los bosques que constituían su hábitat, para satisfacer sus necesidades prioritarias de alimentos y medicinas. Todo ese cúmulo de información constituyó, con el transcurso del tiempo, un saber popular que fue perdiéndose.
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Actualmente se considera de suma importancia, no sólo rescatar ese saber popular sino también validarlo científicamente, para maximizar el aprovechamiento de los recursos forestales que sólo tienen uso maderable.
Estudios previos realizados en la provincia de Santiago del Estero lograron determinar que existen 83 especies pertenecientes a la flora local que se utilizan con fines medicinales. La región del Chaco semiárido del país no escapa a esta realidad. Es así que los investigadores de la Universidad Nacional de Santiago del Estero se propusieron maximizar el uso de varias especies arbóreas pertenecientes a la región del Parque Chaqueño Argentino. Lo que buscan es determinar la actividad antibacteriana de sus hojas e indagar cómo actúan frente a varias cepas patógenas humanas y algunas enfermedades de las plantas o fitopatógenas.
El estudio se realiza sobre las especies forestales Caesalpinia paraguariensis Par. Burk. (Guayacán); Prosopis alba Griseb (Algarrobo blanco); Prosopis ruscifolia Griseb (Vinal); Aspidosperma quebracho blanco Schlecht (Quebracho blanco); Celtis tala Gill. ex Planch (Tala). Se pretende verificar en estas especies las propiedades antibacterianas, cuantificar las dosis mínimas necesarias para este efecto, identificar y aislar los principios activos responsables de las propiedades curativas asignadas y descartar posibles efectos secundarios.
Para logar este fin las muestras de hojas de las especies en estudio se obtuvieron del Jardín Botánico de la Facultad de Ciencias Forestales, ubicado en la ribera del Río Dulce de la ciudad capital. Éstas se sometieron a secado en estufa de atmósfera controlada durante cinco días. Luego se molieron en un molino de cuchillas y finalmente se tamizaron para obtener un polvo fino y homogéneo, que se guardó en frascos de vidrio secos y muy limpios, al abrigo de la luz, conservados a 5º C.
Para elaborar los extractos vegetales se prepararon infusiones de cocciones y tinturas con las hojas, de acuerdo a lo establecido por la Farmacopea Argentina. Se determinó el efecto de los extractos de las especies en estudio sobre el crecimiento microbiano de cepas de afecciones cutáneas humanas, así como sobre patógenos vegetales. La verificación se realizó por el método de siembra de los microorganismos en medios de cultivo sólido, con distintas concentraciones de los extractos y posterior incubación.
Con este ensayo se determina el efecto bacteriostático de los extractos estudiados, es decir, su capacidad de detener el crecimiento bacteriano, que si bien no produce la muerte de la bacteria, impide que se reproduzca y deje descendencia. No así la capacidad bactericida, que se refiere a la aptitud para “matar” a los microorganismos en estudio.
Hasta el momento se obtienen resultados referidos al Guayacán y a los extractos acuosos del Algarrobo blanco. Se prevé contar con resultados para las otras especies en estudio en el transcurso del corriente y del próximo año.
Con respecto a las dos especies mencionadas se puede concluir que todos los extractos preparados con las hojas del Guayacán actúan inhibiendo el crecimiento de las cepas bacterianas. La infusión de las hojas del Algarrobo blanco, si bien no evita el desarrollo de las cepas de ciertas bacterias estudiadas, lo disminuye considerablemente en todas las concentraciones preparadas. En cambio la decocción, el método por el que se extraen los principios activos de la planta, sí inhibe el desarrollo de tres de las cepas, pero sólo a concentraciones altas del extracto vegetal.
“Estos resultados alientan a realizar estudios más detallados y profundos que permitan determinar, fehacientemente, si estos extractos podrían ser utilizados en la elaboración de medicamentos de uso humano, destinados a tratar las afecciones causadas por los microorganismos empleados en este estudio. Por otro lado, debemos aclarar que, basándonos exclusivamente en los resultados de esta investigación, no podemos afirmar que los extractos estudiados puedan ser empleados en la elaboración de medicamentos antimicrobianos de uso humano. Para ello se deben realizar estudios más avanzados que permitan descartar el efecto tóxico sobre nuestras células -citoxicidad-, la aptitud para romper o destruir nuestro ADN -genotoxicidad- y la capacidad de inducir mutaciones de tipo puntual en nuestro ADN -mutagenicidad-, entre otros aspectos”, aclararon los investigadores del proyecto a InfoUniversidades, cuyo director es el ingeniero forestal Rolando H. Martínez.