“Introducir y desarrollar tecnologías para la producción acelerada de plantines forestales que aseguren calidad, homogeneidad y bajo costo. Mejorar el porcentaje de prendimiento en las implantaciones, con la consecuente disminución de costos de reposición. Transferir al sector productivo las técnicas desarrolladas. Capacitar al personal, tanto en la construcción de los invernáculos como en el manejo de la producción, son los objetivos del programa”, comentó a Argentina Investiga su director, el ingeniero Juan Enricci.
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“Los resultados de diez años de producción y nueve años de plantaciones, en los que se han llevado a terreno más de 1.800.000 plantines y la creciente demanda de este tipo de plantín por parte de los forestadores indican que el método es altamente recomendable para la región”; resaltó la ingeniera forestal Nora Pasquini, codirectora del programa.
Enricci remarcó que “cada especie forestal requiere de un programa particular de ferti irrigación (es decir, la técnica de aplicación de abonos disueltos en agua para el riego de diferentes cultivos) y el manejo de los tiempos resulta de vital importancia. A esto se suma la necesidad de contar con personal capacitado para el manejo de la producción”.
En cuanto al sustrato para la producción de plantines “nuestra primera experiencia a escala se remonta a 1999, donde se utilizó 50% de ‘arena volcánica’, proveniente de canteras profundas (prácticamente inerte) cercanas al vivero de la Universidad y 50% de ‘coco-soil’, originario de Sri Lanka. Este último es un sustrato orgánico compuesto por médula de coco, con excelente capacidad de retención de agua. Después utilizamos 50% de turba de Sphagnum de Tierra del Fuego (especie de musgo, utilizada para sustratos de siembra con altos niveles de absorción de agua) y 50% de arena volcánica. Desde 2010 para pino ponderosa y ciprés de la cordillera se utiliza una mezcla de 33% de turba y 66% de arena volcánica” destacó el ingeniero.
Antes del llenado de las 9.000 bandejas de siembra se lleva a cabo su desinfección. El modelo de bandeja utilizada permite cultivar 526 plantines por metro cuadrado en los tres invernáculos que tiene la Universidad en Esquel.
El programa de ferti-irrigación consiste en aplicar dietas específicas en cada fase del desarrollo del plantín. En la primera fase, llamada “nacimiento”, se aplica agua sólo tres veces por semana. En el segundo estadio se establece una dieta rica en fósforo para favorecer el desarrollo radicular y se aplica tres veces por semana entre la cuarta y la octava. Luego sigue la fase de “crecimiento rápido”, que se caracteriza por una dieta rica en nitrógeno para estimular el desarrollo vegetativo general, se extiende entre la novena y la décimo séptima semana con aplicaciones tres veces a la semana.
Por último se realiza la fase de “rustificación” en la cual la dieta tiene mayores proporciones relativas de potasio y de calcio, entre otros elementos, para favorecer la formación de la yema terminal y la lignificación de los tejidos que proporciona rigidez a la pared celular, aportando a estos tejidos mayor resistencia a los ataques de microorganismos. Además se hace un manejo especial en cuanto a control de temperatura y humedad.
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En resumen, la rustificación se basa en tres acciones: disminución de la frecuencia de riego por semana a partir del cual se brinda el mínimo necesario (estrés hídrico) para mantener el sustrato humedecido hasta la fecha de plantación en un sitio definitivo. A partir de la semana 18 a la 24 se fertiliza en forma combinada con dietas para rustificación, nitrato de calcio y ácido fosfórico y, por último, a partir de la semana 18 se realiza una apertura permanente de las ventanas laterales y banderolas de los invernáculos.
Interior vivero con sistema de ferti irrigación.