El abandono de tierras agrícolas en el noroeste del país es considerado un cambio en el uso del suelo que, si bien es menos frecuente que el avance de la frontera agropecuaria, es aún un problema muy complejo de entender.
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Entre las causas principales de ese abandono se encuentran las de origen ambiental, las socioeconómicas y las productivas. Las consecuencias pueden ser negativas, como el impacto en la producción de alimentos, en biodiversidad o la desertificación; o positivas, como la restauración de sitios y recuperación de atributos estructurales (cobertura, riqueza de especies, densidad, etcétera) y funcionales (evapotranspiración, productividad primaria, etcétera).
En este sentido, la provincia de La Rioja no es ajena a esa problemática. En el valle central, ubicado en el departamento Chilecito (La Rioja), se halla una superficie agrícola abandonada de 3.964 hectáreas, distribuidas en 334 parcelas, acerca de las que se desconocen sus consecuencias ambientales, sociales y productivas.
Sin embargo, el pronóstico no es alentador. Investigaciones recientes realizadas en este valle reportaron aumentos en la profundidad de los niveles freáticos (superficie que toma los puntos donde la presión del agua y la presión atmosférica son iguales), que dificultan y encarecen la extracción de agua subterránea mediante bombeo. Sumado a esto, modelos de cambio climático pronostican, para mediados de este siglo, que la región del noroeste argentino estaría entre las zonas de mayor aumento de la temperatura (3,5-4,0ºC) a nivel global, lo que cambiaría las condiciones ambientales (menor cantidad de heladas, aumento de las temperaturas mínimas, menor cantidad de nieves en las altas cumbres, menor disponibilidad de agua) de las actuales explotaciones agrícolas y podrían propiciar nuevos conflictos o abandonos de tierras.
Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Chilecito realiza un estudio que tiene como objetivo caracterizar los atributos estructurales y funcionales de un sistema agrícola que fue abandonado hace veinte años. Para ello, evalúa de forma integral las relaciones entre las condiciones del suelo, el canopeo vegetal (parte de la planta por sobre el nivel del suelo que absorbe y/o intercepta luz) y sus interacciones con la atmósfera, mediante torres de intercambio de gases conocidas como Eddy covariance.
Eddy covariance consiste en un anemómetro y un analizador de gases de dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O) que operan simultáneamente y permiten la medición continua y no destructiva de flujos de carbono (posibilitan calcular la productividad de un ecosistema) y vapor de agua (permiten calcular la evapotranspiración) a corto (minutos y segundos) y largo plazo (interanuales).
Al respecto, Emanuel Luna Toledo, ingeniero en Recursos Naturales e investigador del Instituto de Ambiente de Montaña y Regiones Áridas (IAMRA) y director del proyecto de investigación indicó a Argentina Investiga que: “Los primeros resultados obtenidos a partir de la evaluación a nivel regional de las causas del abandono de estas tierras permiten vislumbrar la rentabilidad de las producciones como uno de los principales motivos de abandono, seguido de problemas en el abastecimiento de agua”.
Remarcó, además, que “muchas investigaciones se han enfocado en las caracterizaciones estructurales de este tipo de transformaciones, pero los aspectos funcionales han sido ignorados”.
La investigación se encuentra en ejecución y se espera que a partir de la información obtenida puedan conocerse las consecuencias biofísicas y socioeconómicas derivadas del abandono de parcelas agrícolas en un valle árido –como el Valle de Chilecito– y utilizar estos nuevos conocimientos en la toma de decisiones a la hora de determinar el destino de estas tierras.
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*El equipo de investigación está conformado por los investigadores: ingeniero Emanuel Luna Toledo, doctora Patricia Figuerola, magíster Pablo Montilla, Elías Janco, doctor Omar Varela e ingeniero Jesús Valdez.