Determinar las áreas prioritarias para la conservación de las especies de anfibios y reptiles, a partir de la medición de los sitios de mayor diversidad y los patrones de distribución del Sistema Iberá fue el objetivo de un estudio realizado en el laboratorio de Herpetología de la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y Agrimensura. En el trabajo se emplearon dos técnicas novedosas para la región llamadas complementariedad y ensamblaje.
> Leer también: Será regulado el uso de la Bahía de San Julián.
La primera de las técnicas se utilizó para el análisis de la biodiversidad, y el ensamblaje para lograr un conocimiento acabado de los patrones de distribución. Fue así que el estudio se realizó a partir de la división de la reserva en cuadrículas de 25 kilómetros por 25 kilómetros, a fin de tener la localización precisa de las especies dentro de cada cuadro. Cada uno de estos cuadros representó un área potencial de conservación. Además, se hicieron revisiones bibliográficas y muestreos a lo largo de los años 2007 y 2008, por las que se obtuvieron las especies registradas en el Iberá hasta la actualidad.
Con el estudio de complementariedad se pretendió buscar la menor superficie geográfica en la que estuvieran representadas todas las especies de reptiles y anfibios, al menos una vez y, para ello, se seleccionó el cuadro más rico; luego se eliminaron de la matriz todas las especies presentes en éste y volvió a elegirse el siguiente cuadro que aportó más especies al primero. El procedimiento se repitió hasta eliminar las especies ya representadas y llegar a contenerlas a todas. De esta manera, el método aseguró que todas las poblaciones se encontraran representadas al menos una vez.
Según los resultados, del total de 27 cuadros en que se dividió la Reserva, existen 7 que juntos contienen representadas a todas las poblaciones de anfibios y reptiles, al menos una vez. “Esto significa que, en caso de implementar estrategias tendientes a la conservación de la diversidad de estos grupos taxonómicos, las mejores áreas para hacerlo serían estas zonas identificadas como áreas complementarias” explicó a InfoUniversidades el licenciado Eduardo Etchepare, autor del proyecto junto a la licenciada Beatriz Álvarez.
Pero, de esos siete cuadros sólo uno se encuentra protegido efectivamente y es el Centro de Guardaparques de Colonia Carlos Pellegrini. Lo que significa que las áreas de mayor diversidad no necesariamente son las áreas mejor protegidas en la actualidad.
Para el estudio de ensamblaje se agruparon los cuadros en los que se dividió la Reserva de acuerdo a la similitud de especies, a fin de observar si existían patrones de distribución. Los cuadros que presentaron una mayor similitud de especies se unieron, lo que permitió comprobar que las poblaciones de anfibios y reptiles en el Sistema Iberá no están distribuidas al azar, sino que siguen un patrón de distribución que coincide con las confluencias de las regiones fitogeográficas que convergen en él, que son la Chaqueña, Paranaense y Espinal. Como resultado, se registraron dos ensambles: uno ubicado hacia el centro-norte de la Reserva, y el otro, hacia el sur-oeste.
“Si bien los estudios de complementariedad y ensamblaje los utilizamos para analizar la diversidad y distribución de anfibios y reptiles, esta metodología puede ser aplicada, además, para el estudio de cualquier otro grupo taxonómico” indicó el investigador a InfoUniversidades.
Adoptar nuevas estrategias
Ante la falta de recursos para proteger a todas las especies y ecosistemas, y la competencia que representan las áreas naturales protegidas para otros usos de la tierra no conservacionistas, resulta urgente desarrollar estrategias adecuadas para optimizar el uso de recursos limitados. Es por esto que determinar las áreas de distribución y de mayor diversidad de especies es una respuesta concreta a esta realidad que afecta a muchas áreas naturales como el Iberá.
> Leer también: Recursos genéticos nativos.
Las técnicas de complementariedad y ensamblaje pueden ser utilizadas en forma separada o conjunta porque, en ambos casos, resultan muy eficientes para estudios de conservación y protección. El análisis de complementariedad es una metodología novedosa y aporta datos valiosos para determinar áreas relevantes de biodiversidad, a pesar de que existen pocas referencias de su implementación. Mientras que el estudio de ensamblaje es una metodología más utilizada, sin embargo, en la región ha sido poco implementada como técnica destinada a determinar áreas prioritarias para la conservación.