El doctor Ricardo Jáuregui y el licenciado Carlos Maidana en uno de los laboratorios de la UNLaM
El doctor Ricardo Jáuregui, especialista en geriatría e impulsor del proyecto para desarrollar dichas plataformas inteligentes aseveró que “observar la marcha en los adultos mayores es, hasta hoy, la manera más efectiva de poder prevenir la aparición de complicaciones médicas”.
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Sin embargo, en Argentina, los galenos estudian el desplazamiento de los adultos mayores de una manera muy rudimentaria: sólo ayudados por un cronómetro. En tanto, el proyecto permitirá tomar detalle de cada una de las variaciones en el andar.
Jáuregui comentó que “una de las ventajas de que la patente de este desarrollo pertenezca a una universidad pública es que podrá ofrecerse esta innovación a los centros de salud a un bajo costo”.
Cuando una persona comienza a avanzar a menos de 0,8 metros por segundo es indicativo de que algo está ocurriendo. Detectar este cambio a tiempo permite evitar caídas, fracturas y anticipar enfermedades de diversa índole como producto de un síndrome de fragilidad que es muy típico en las personas de edad avanzada.
El licenciado Carlos Maidana está a cargo del desarrollo de esta plataforma inteligente. “El objetivo es digitalizar y reproducir en una computadora la velocidad, distancia y regularidad entre los pasos de los longevos, y cómo distribuyen el peso del cuerpo hacia la izquierda o la derecha, entre otros factores”, explicó.
La idea se basa en caminadores para personas de edad avanzada que ya existen en Canadá, pero que son muy costosos, mientras que el canal de marcha que desarrollará la UNLaM será varias veces más económico, con la meta de que cada hospital o médico geriatra esté en condiciones de tener uno a su disposición.
El analizador de marcha será una cinta enrollable, liviana y fácilmente transportable, por lo que, para realizar las pruebas en pacientes un técnico podría ir hasta la casa de los ancianos, sin que éstos deban ir al hospital.
El prototipo estará finalizado este año 2017 y, si bien este caminador está pensado para su uso en adultos mayores, también podría ser útil para traumatólogos, kinesiólogos o para observar la recuperación de los pacientes tras ciertos tipos de operaciones.
Se estima que, para el 2050, los ancianos compondrán un tercio de la población mundial. En consecuencia, una herramienta para prevenir el síndrome de la fragilidad permitiría optimizar la atención hospitalaria en la actualidad y en un posible futuro.
El primer prototipo para la digitalización de las huellas
El prototipo estará compuesto por módulos de 60 x 60 centímetros, los cuales estarán unidos a lo largo para formar un pasillo de unos 4 o 5 metros. Cada uno de estos módulos contendrá una cuadrícula formada por líneas horizontales y verticales, y en cada intersección habrá un censor.
El licenciado Carlos Maidana explicó que “cuando el pie de una persona se pose sobre el caminador, se activarán las intersecciones que hagan contacto y se formará la huella”.
Además, este proyecto incluye el diseño de un software que analizará la marcha en detalle y que permitirá visualizar en un monitor la simulación de cómo se desplazó el paciente.
La matriz tendrá un censor cada 1,5 centímetros. “Estimamos que es una resolución suficiente para obtener una simulación fiel de las pisadas y con este prototipo podremos corroborar si estamos en lo cierto”, comentó Maidana.
El objetivo final: un caminador enrollable y portátil
El caminador enrollable y portátil se hará con un material llamado ‘mylard’, semejante al polietileno de muy alta densidad. También será preciso el uso de una pintura conductora que contiene partículas de plata.
Por medios serigráficos, se aplicará la pintura conductora en dos capas de mylard, las cuales estarán separadas por una tercera capa de este mismo material, con lo que se formará algo similar a lo que se conoce como un teclado de membrana.
La capa intermedia de mylar tendrá pequeñas perforaciones y, cuando una persona se desplace sobre el caminador, las capas externas entrarán en contacto en el sitio en que se produzca cada pisada.
“La ventaja es que el espesor total de este analizador de marcha será de solamente un milímetro y medio y se va a poder enrollar”, valoró Maidana. Para que el paciente pueda realizar la prueba, sólo se precisará de una superficie lisa para poder desplegar el caminador.
Se prevé que la plataforma tendrá una larga vida útil. Cada módulo tendrá un microcontrolador, que va a detectar los contactos que se produzcan para poder reconstruir el patrón de pisada. A su vez, los microcontroladores serán interconectados por medio de una pequeña red de datos.
El caminador enrollable medirá seis metros, aunque los dos primeros metros no tendrán censores, puesto que sólo servirán para que la persona comience a caminar y alcance su ritmo. Así, se digitalizará la marcha desde los 2,01 metros a los 5,99 metros del recorrido. A medida que el paciente avance, se enviará toda la información a una PC, mediante una conexión a un puerto USB.
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El costo total del caminador rondaría los 6 mil dólares. “Si consideramos que, hoy, un monitor para una cama de terapia intensiva cuesta de 12 a 15 mil dólares, podemos pensar que cualquier hospital o médico geriatra podría tener una de estas plataformas a su disposición”, analizó Jáuregui.
Desarrollan un prototipo único en el país y a bajo costo